El primero de agosto de 1936 Adolf Hitler inauguró la XI edición de los Juegos Olímpicos en Berlín. El evento quedaría marcado como uno de los ejemplos más acabados de su aparato de propaganda, pero también de la derrota de sus postulados racistas. Foto: Infobae
Adolf Hitler, máximo líder del régimen nazi, aprovechó la posibilidad que le otorgó la Organización de los Juegos, en 1931, a Alemania de ser la sede del evento deportivo. Utilizó esos 16 días para hacer propaganda de su ideología.
Durante las dos semanas de competencia, los carteles de “Prohibido judíos” desaparecieron de las calles, el Tercer Reich ordenó no herir “las sensibilidades de los negros” y quisieron mostrarle al mundo que eran un país abierto y tolerante.
El discurso del político y militar ante una gran cantidad de seguidores. Foto: Infobae
Adolf Hitler llevaba tres años en el poder al momento de dar comienzo a esos Juegos. En ellos camufló su carácter racista y militarista. No reparó en gastos, quería demostrarle al mundo que eran un país sumamente avanzado.
Treinta millones de dólares se invirtieron contra los dos millones y medio de Los Ángeles 1932. Wolfgang Furstner, miembro del partido nazi, fue el encargado de construir la Villa Olímpica
El veterano de la Primera Guerra Mundial se encargó de construir 140 casas. Debían impresionar a todos.
“La ciudad se engalanó, se vieron banderas por todas partes, la nazi, pero también la de los Juegos Olímpicos y las de las naciones que vinieron. Berlín mostró un ambiente festivo divertido y alegre”, recordó Rudolf Hess, mano derecha de Hitler.
Los Juegos comenzaron un primero de agosto de 1936. No hubo un discurso de apertura, sólo se presentó el dictador nazi para anunciar: “Declaro inaugurados los XI Juegos Olímpicos de la Era Moderna“, ante una multitud de gente que se encontraba de pie, con el brazo extendido, y saludando al unísono “¡Heil, Hitler!”.
Video: Youtube: Canal: Canal de ElDesconocido2010
Alemania presentó una delegación de 348 atletas, siendo la más numerosa de las 49 que compitieron en Berlín. Los germanos salieron victoriosos, adueñándose de la mayoría de las medallas.
Entre ellos se coló Jesse Owens, un velocista negro que consiguió “robarle” cuatro preseas doradas. La Organización de los Juegos advirtió que se evitaran las actitudes racistas, pero según trascendió, Hitler había asegurado al jefe de las juventudes nazis, Baldur von Schriach, que no le daría la mano “a ese negro”.
Jesse Owens en el podio. Foto: Infobae
Por dos semanas, Adolf Hitler dejó a un lado su postura antisemita y los planes de expandir su territorio. Pero al concluir la cita olímpica, se aceleró el proceso expansionista de Alemania y la persecución de los judíos.
Alemania terminó invadiendo Polonia tres años después de los Juegos “hospitalarios y pacíficos”. El primero de septiembre de 1939, el anfitrión desataba la Segunda Guerra Mundial.
Los Juegos Olímpicos son el mayor evento polideportivo a nivel mundial. El Führer lo sabía y los explotó con el deseo de demostrarle al mundo lo “perfecta” que era Alemania.