Extraordinario pase con la derecha en la tarde inspirada de Morante de la Puebla, una de sus mejores en México. Foto: Tomado de Twiter/Plaza México
El torero sevillano Morante de la Puebla estuvo grande, cortó dos orejas, salió a hombros por la puerta grande y fue el triunfador absoluto de la segunda corrida de la miniferia Guadalupana, octava de la temporada 2016-2017, en la Monumental México.
Alternó con el alicantino José Mari Manzanares y el mexicano Gerardo Rivera, que confirmó el doctorado, que realizaron buenas actuaciones, con salida al tercio de ambos.
Con unas 15 000 personas, se lidiaron seis toros del hierro de Teófilo Gómez, correctamente presentados, que dieron buen juego. Morante de la Puebla recibió al segundo con unas verónicas estupendas, rematadas con una colosal media verónica y con la muleta desarrolló una faena muy de su estilo, con destellos soberbios pero un trasteo intermitente por las condiciones de la lidia. Mató de dos pinchazos y estocada, y saludó desde el tercio.
Fue una gran tarjeta de presentación para lo que vendría luego.
Con el cuarto sí que la armó tanto con el capote como la muleta. Recibió al toro por chicuelinas, hizo un quite personal de su sello y creación, y en el inicio de su faena dibujó siete muletazos formidables llevándose al toro hacia los medios, recordando las formas de iniciar las faenas como en los años 60 que fue lo que al diestro más le emocionó (declaró Morante a la televisión al concluir su faenón).
Con ese arte que reúne y que, en esta ocasión ha sido generoso, esta fue la faena mejor estructurada desarrollada en la Plaza México, con grandes destellos, magia, luz, improvisación y ese duende propio de los elegidos. Tras la estocada, recibió dos orejas, y, con un público entregado, dio la vuelta al ruedo, fue quizá una de las mejores faenas de su vida .
Al toro de Teófilo Gómez se le homenajeó con el arrastre lento. Heriberto Murrieta se preguntaba en la transmisión televisada por qué no se había entregado el rabo merecido.
Manzanares dejó pasajes de maestría y ejemplar técnica. Manzanares siempre estuvo entregado y buscó el triunfo. El tercero fue el toro que menos facilidades le dio. Con el quinto protagonizó momentos magníficos en un trasteo de mérito. Saludó en el tercio.
Gerardo Rivera, con el astado de su confirmación, estuvo bien con el capote y mejor con las banderillas. El torero mexicano realizó una faena en la que le faltó uniformidad, pero con muy buenos pasajes especialmente con la mano izquierda. Fue empitonado al intentar un adorno por arrucinas pero en suma fue una digna confirmación. Ovación.
Con su segundo el torero de Apizaco cumplió una labor intermitente cuando la plaza quería saborear la salida a hombros de Morante, colofón a una tarde para el recuerdo.