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Miguel Herrera llegó en un momento infernal a la Selección de México, cuando el fantasma de una eliminación del Mundial, inédita desde 1990, estaba instalado en el estadio Azteca, gracias a un equipo sin motivaciones y que se especializó en hacerse líos y perder con rivales históricamente inferiores.
Herrera, el último técnico que sacó provecho al fútbol de Christian Benítez (+), venía de ser campeón con el América. Su llegada al seleccionado se hizo efectiva tras el paso de tres entrenadores (José Manuel de la Torre, Luis Fernando Tena y Víctor Vucetich) en menos de un año. Ellos tuvieron a México al borde de la eliminación.
Gracias a resultados de terceros, el ‘Tri’ logró acceder a la repesca con Nueva Zelanda. Herrera tomó el equipo para ese desafío y, sin mayores problemas, devolvió el alma al cuerpo a los mexicanos con la clasificación.
El sello de Herrera es su capacidad motivadora, la energía con la que se expresa en la banca y en las prácticas. A la hora de declarar, es elocuente, ampechano y frontal.
Con estas bases anímicas, fue restaurando al equipo, que llegó a Brasil 2014 en medio de la desconfianza, pero que desde el debut (triunfo 1-0 sobre Camerún) fue creciendo futbolísticamente y terminó llegando a octavos de final.
Los singulares festejos del ‘Piojo’ se fueron mediatizando de tal forma que, por hoy, su popularidad supera a la de cualquiera de sus pupilos.
Máscaras, disfraces y más sirven para que los hinchas mexicanos muestren su adhesión al técnico. Él, ni corto ni perezoso, aprovecha la fama. En su Twitter (@MiguelHererraDT) hizo su promoción: “Yo festejo sin control ¿y ustedes? Manden una foto con su festejo usando el hashtag #PiojoFestejo”.
Hoy, 29 de junio, México la tiene complicada ante Holanda, en Fortaleza. Herrera contará con lo mejor de su plantel para este encuentro.