Hace 15 años, Liga de Quito se fue de bruces al descenso, un evento del que muchos jamás sacaron las conclusiones correctas para enfocarse en los chistes (aún no se fabricaban los implacables memes), las burlas y las risotadas. “Nunca me verás en la B” fue la respuesta del rival, estampada en camisetas.
Había algo de razón para la jocosidad porque no es cosa de todos los días que un bicampeón reinante, con la linajuda plantilla de ese entonces, con estadio nuevecito, pasara hacia la Serie B. Pero la diversión no permitió ver la verdadera razón de ese fracaso. Liga no cayó solamente por el penal fallado de Díaz ni por el legendario gol del ‘Chino’ Gómez ni por la goleada del Quito. Cayó porque la crisis de 1999 afectó a un club que tenía sueldos elevados y que rápidamente agrandó su déficit por el feriado bancario y la devaluación/desaparición del sucre, lo que afectó al camerino.
Quince años después, Liga disfruta de las lecciones que aprendió rápidamente de la crisis. Su quizás irrepetible colección de trofeos internacionales, su protagonismo y su sensatez financiera coinciden con el mejor período de Liga y de cualquier club de Ecuador de su historia.
Lástima que algunos clubes rivales no lo entendieron y convirtieron sus presupuestos en hoyos negros. Lástima que los que estamparon “Nunca me verás en la B” y que endeudaron a su club no entendieron que rara vez se desciende por falta de goles: se desciende por mala gestión, por tropezar con la misma piedra, por gastar más de lo que se tiene.