El cuidado de los motores de diésel y de los sistemas de frenos es clave en camiones
Un vehículo de trabajo que opera muchas horas en el día y que recorre grandes distancias está expuesto a un desgaste acelerado de todos sus componentes.
Por ese motivo, un mantenimiento preventivo oportuno y de calidad es básico para lograr que el funcionamiento del vehículo sea confiable, seguro y perdurable.
Prácticamente todos los camiones livianos y medianos están impulsados por motores de diésel que, como se sabe, son más durables que los de gasolina pero también requieren un mantenimiento más riguroso.
Los técnicos especializados en ese tipo de propulsores recomiendan seguir al pie de la letra las recomendaciones formuladas por los fabricantes o sus firmas distribuidoras, con el fin de preservar intactas las cualidades originales de los vehículos.
Entre las principales se cuentan algunas muy sencillas como no dejar que el nivel de combustible en el tanque baje de un cuarto antes de volver a cargar, y otras menos usuales pero no menos fáciles de cumplir como dejar el motor en ralentí por unos 20 segundos antes de iniciar la marcha y por otros 20 segundos antes de apagarlo.
Es imprescindible cambiar los filtros en los plazos indicados, especialmente el de combustible, pues el paso de impurezas al diésel puede causar daños de consideración a los modernos sistemas de inyección, cuyos costos de reparación suelen ser elevados.
No obstante, el motor no es el único componente al que hay que prestarle mucha atención durante las tareas de mantenimiento. El sistema de frenos es otro componente crítico, pues por tratarse de vehículos que transportan varias toneladas su funcionamiento debe ser óptimo en todo momento.
Tanto los sistemas convencionales (hidráulicos) como los sistemas neumáticos deben ser revisados y calibrados con regularidad, en prevención de la seguridad.