Juan Carlos Burbano, exjugador de El Nacional, conversó en Ecuadoradio acerca de aspectos personales y profesionales. Foto: Archivo El Comercio
¿Cómo fue su infancia y cuándo empezó a jugar al fútbol?
La ciudad antes era tranquila y salíamos a jugar, pero ahora no creo que ninguna mamá deje salir a jugar a sus hijos. Nosotros tuvimos la suerte de tener una cancha de fútbol cerca de la casa y el Atahualpa a tres cuadras. El fútbol siempre rondó nuestras vidas. Mi padre siempre fue exigente en cuanto a la responsabilidad en los estudios, de hacer los deberes y nos costó conseguir permiso para integrar la selección del Colegio Spellman.
¿Qué entrenadores recuerda de la infancia?
En el colegio tuvimos un gran formador, Gustavo Rueda, que nos inculcó el buen fútbol, el juego limpio, la responsabilidad de ser buenos estudiantes. La canchita del barrio también fue otra escuela de vida, sin esa parte no creo que hubiera podido aguantar tantas trabas en el fútbol profesional.
Siempre estuvo en la selección estudiantil?
Sí, siempre fue algo especial, un bonito ambiente. Y solo en colegio de hombres a mí me costó un poquito, eso porque no tenía amigas y era tímido y me sonrojaba cuando tenía una chica cerca. Ya en la universidad cuando tuve una compañera empecé a soltarme.
¿Cuándo tuvo su primera enamorada?
Fue tarde, entre los 16 y 17 años, pero era una vecina del barrio y amigas ya de grande. Es importante que existan colegios mixtos para que la mujer y el hombre se relacionen, se conozcan, se respeten. Ahora el celular ayuda mucho para que los chicos se conozcan fácilmente. Antes se escribían poemas en una carta y se los dejaba personalmente en casa de la novia.
¿A usted le gustaba de niño El Nacional?
Cuando me gradué me fui a probar al cuartel Epiclachima y fuimos muchos de 18 y 19 años. Y me tocó en uno de los últimos partidos, donde casi no nos vieron y me decepcioné.
¿Qué técnicos le han guiado en su vida?
En 1994 llegó Polo Carrera y el 95 llegó el profesor Paulo Maza y al final de ese año me dio la oportunidad. Yo era volante de marca, pero se abre una opción como lateral derecho porque José Carcelén se lesionó. Y de esa posición no salí más, en el año 1996 quedamos campeones. Después me dieron la cinta de capitán por cinco años.
¿La Selección fue un ejemplo de unidad y cómo era ese ambiente?
Teníamos la concentración en el Hotel Quito, era una desconcentración porque entraba la novia del uno, del otro, la familia, los huéspedes. Y allí había mucha distracción. Hasta que decidimos irnos a Parcayacu, en donde sí hubo concentración y ahí nos unimos. El ‘Bolillo’ Hernán Darío Gómez tuvo el acierto de hacernos rotar en las mesas y fuimos conversando uno a uno, los gustos, la familia, la niñez y nos hicimos amigos.
¿Cómo combina ser jugador de fútbol con los estudios universitarios?
Un día en Católica pasé la prueba y tenía que ir al día siguiente para firmar el contrato. Vino la negociación con mis papás porque ellos se oponían a que jugara fútbol. El acuerdo fue: si no vas a dejar de estudiar puedes seguir jugando. Les dije que sí quería estudiar y ser ingeniero comercial en la Espe, lo que lo logré con el título que actualmente ejerzo.
Cuando dejó el fútbol ¿pensó en ser técnico?
Sí, porque fue una buena oportunidad que El Nacional me ofrecía, me pagaba la beca dos años en Argentina, que para mí es un país futbolero, y luego es hermoso y me atraía mucho.
Hoja de vida
Tiene 46 años. Jugó en El Nacional, Católica y Deportivo Quito. Seleccionado nacional. DT con estudios en Argentina; formador de juveniles. Ingeniero comercial de la Espe.
Su punto de vista
Todo el esfuerzo valió la pena. El estudio le da autoestima, seguridad..