‘Jota’ Bolaños trabaja para ser el mejor del mundo

Jorge Bolaños/ Patinador. Foto: Xavier Caivinagua / El Comercio

Jorge Bolaños/ Patinador. Foto: Xavier Caivinagua / El Comercio

‘Por favor, una fotito conmigo” y “conmigo” y “conmigo”… A todas esas peticiones Jorge Bolaños les dijo sí, sin dudar ni un solo segundo.

Después de ganar la medalla de oro en la prueba de los 10 mil metros de Patinaje de Velocidad, en los Juegos Odesur de Chile, ‘Jota’ fue el centro de atención en el Ministerio del Deporte, a donde acudió el 12 de marzo para dialogar con el viceministro Luis Gómez. Doctores y enfermeras pidieron retratarse con el campeón.

Risueño y sosteniendo en sus manos una caja donde reposa su medalla dorada, Bolaños recorrió las instalaciones del Ministerio. Visitó el gimnasio, caminó por todos los pasillos, hasta que finalmente posó para las fotos frente a uno de los consultorios médicos.

Bolaños se mostró descomplicado ese día, y según su madre Mayra Villacorte, él es así siempre. Los calificativos para definir el carácter de su hijo son innumerables, pero lo que resalta es su responsabilidad y capacidad para exigirse. De aquello fueron testigos los deportistas tricolores que lo vieron competir en Santiago de Chile, donde trepó al primer lugar del podio, tras una exigente preparación.

‘Jota’, como lo llaman su madre, su hermano, sus amigos… se entrenó durante el año con la mente puesta en la medalla de oro, pues el subcampeón del mundo no podía darse el lujo de ocupar otra posición.

Después de horas y horas de ensayo, Bolaños cumplió con su objetivo. Aunque sigue feliz por ese triunfo, dice que “ya pasó” y a su mamá le contó que ahora solo piensa en alcanzar el oro en el Mundial que se realizará en noviembre.

Bolaños, quiteño de 25 años, se involucró con su deporte cuando tenía seis, después del fallecimiento de su padre.

En aquel tiempo, ‘Jota’ hubiese preferido entrenarse para ser delantero o volante, o un corredor como Rolando Vera, pero no le fue posible porque su madre no disponía del tiempo necesario para dejar a su hijo Pablo en el patinódromo de Ipiales, y después a Jorge, en una escuela de fútbol.

La decisión de su madre lo tomó por sorpresa, pues tras la muerte del padre también se mudó de ciudad. Los tres regresaron a la casa de la abuela, en Tulcán, norte del país.

Pero el tiempo curó las heridas y para ponerle emoción al entrenamiento, Bolaños se trazó como reto superar las condiciones de su hermano.
Al inicio, ‘Jota’ se entrenó con los patines de una prima, en un curso vacacional. Al poco tiempo fue seducido por esa disciplina y superó a su hermano mayor, ahora un doctor que se especializa en Cuba.

Bolaños entrenó en Ipiales, a 15 minutos de Tulcán, hasta los 17 años. Por sus buenas condiciones decidió radicarse en Bogotá para entrenarse con Elías del Valle, un experto en producir campeones del mundo. Tiene una lista de 272 medallas mundiales, y el patinador ecuatoriano espera ser el número 273.

Esa afirmación la dice mostrando una enorme sonrisa y con un acento de voz algo extraño. Aunque intenta, no ha podido dejar de lado aquel ‘cantadito’ bogotano.
En esa ciudad vive desde hace siete años. Cuando llegó lo hizo solo para cumplir con un ciclo de entrenamiento de seis meses, pero Elías del Valle lo convenció para continuar con el proceso en ese país. Tomar la decisión fue difícil, pero “si quería ser el mejor del mundo tenía que hacerlo”, cuenta Bolaños, sonriendo.

En Bogotá vive con Del Valle, su esposa y dos hijas. Los gastos de su comida y preparación la costea el Ministerio del Deporte. Él también recibe un sueldo mensual por integrar el Plan de Alto Rendimiento.

Bolaños extraña el yaguarlocro y la fanesca. El primer plato se lo preparó su abuela después de competir en Chile. La fanesca no la prueba desde hace tres años. “Es que en Colombia no la hacen”.

Después de visitar a familiares en Quito y Tulcán, Bolaños regresó a la casa de Del Valle para continuar con los entrenamientos.
En un día normal, el medallista de oro empieza con los trabajos a las 06:30. Monta bicicleta hasta las 11:00. Luego, se deshace de ella y enseguida acude al gimnasio.

Sale de ese lugar a las 13:30 para almorzar. Después, toma una siesta hasta las 17:00. Se levanta y ahora sí se sube a los patines. La jornada termina a las 21:00. Al día siguiente la jornada es similar.

Bolaños está acostumbrado a ese ritmo de vida y a las indicaciones que Del Valle le da día y noche. “Me gusta que diga en qué puedo mejorar”.
Después del próximo Mundial el patinador tiene previsto retomar los estudios. Le gustaría seguir Psicología deportiva. Cuando sea más grande -dice- le encantaría ser dirigente.

Jorge Bolaños
Su vida.   Nació el 23 de noviembre de 1988, en Quito. Tras la muerte de su madre, cuando tenía seis años, se fue a Tulcán.
Su carrera. Empezó a patinar cuando tenía seis años, motivado por su hermano. Le gusta el fútbol y el atletismo.
Sus triunfos.  Ganó oro en los Juegos de Odesur. Subcampeón del mundo en el 2010.

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