Mide 1,57 metros de altura. Al lado de sus dirigidas, Jenny Herrera es una de las más ‘chiquitas’. Junto a ellas, podría pasar como una jugadora más. Pero su época como futbolista terminó hace seis años, y hoy, su voz fuerte e imponente la distingue entre sus 39 dirigidas.
A Herrera no le hace falta gritar, ni decir palabras grotescas para que las jugadoras escuchen las indicaciones. Ella solo levanta el tono de su voz y sus pupilas cumplen con las peticiones que hace desde el centro de una de las dos canchas sintéticas de la Universidad Central del Ecuador.
“Pero mamita así no” o “así mijita escucha lo que te digo”. Esas son algunas de las frases que utilizó el jueves para llamar la atención de sus dirigidas. “La conozco desde que era jugadora y nunca le he escuchado decir una mala palabra”, comenta Laura Silva, madre de Sharon Pozo, una de las pupilas de Herrera.
La DT tiene 41 años. De esas más de cuatro décadas de vida, seis años los ha dedicado a la dirección técnica de Liga Deportiva Universitaria Amateur de Quito.
A ese equipo llegó a finales de los noventa. ¿Su posición? Era arquera. Con 1,57 metros de altura, Herrera se destacó por su habilidad bajo los tres palos.
Defendiendo el pórtico levantó el trofeo del torneo amateur femenino de Pichincha en 2005, 2006 y 2007. Este último año terminó el campeonato como capitana, jugadora y entrenadora. La dirección técnica la asumió tras la salida de César Zambrano, quien se vinculó a la Tricolor femenina.
Inicialmente, Herrera dirigía al equipo por “amor” a la institución, pero desde hace tres años, fue contratada para liderar al club universitario. Hoy ya tiene un sueldo.
A la DT sonríe con frecuencia cuando mira a sus pupilas ingresar al campo de juego. Esa escena le causa felicidad porque horas antes varias de ellas cumplieron con una jornada laboral o estudiantil y, a pesar del cansancio, están listas para patear el balón.
Es el caso de Monserrat Ramón, quien se une a los entrenamientos los miércoles y jueves después de la hora de viaje que le toma movilizarse desde La Morita, en Tumbaco, hasta las canchas sintéticas. Esta deportista destaca el liderazgo y la confianza que les inspira su DT.
“Es estricta, pero nos entiende. Nos guía, es una amiga”, añade Sofía Carchipuyo, de 23 años.
Herrera proviene de una familia aficionada al deporte. Su padre y hermanos juegan vóley. Ella aprendió los gajes de ese oficio a los 7 años, en La Maná, Cotopaxi. “A esa edad enduré las manos”.
Cuando ingresó al colegio, en Quito, la estratega representó a su institución educativa en distintos campeonatos de baloncesto. Empezó a tocar el balón de fútbol cuando se graduó en la Facultad de Medicina, en el área de Saneamiento Ambiental.
Tras cumplir con sus prácticas, su madre le dio la noticia de que representaría al club Estudiantes en la liga barrial de la ciudadela Aída León. Ahí empezó su romance con el balompié femenino.
Tras destacarse como jugadora y DT en el torneo amateur de Pichincha, hoy espera hacerlo en el Nacional Femenino, un campeonato que entregará al club ganador un cupo para jugar la Libertadores.
Cuando César se fue del equipo yo les dije a las chicas que mientras tenga vida y trabajo, Liga no moriría.
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