Jefferson Orejuela, medicampista del Independiente y la Selección. Foto:Álex Puruncajas/ EL COMERCIO
Entrevista a Jefferson Orejuela, mediocampista del Independiente y de la Selección.
Centenares de jóvenes de su cantón San Lorenzo emigran para llegar al fútbol profesional, pero pocos lo consiguen. ¿Cómo lo hizo usted?
Siempre he mantenido la convicción y la visión de que hay que pensar en grande. Desde pequeño, me propuse jugar en una competición a escala nacional. Pero lo más importante fue que estuve rodeado de buenas personas. En la escuela del profesor Vílder Chávez, en San Lorenzo, teníamos carencias. Pero conté con su apoyo y puede salir.
¿Cómo se destacó entre jugadores con más talento?
Siempre tuve el apoyo de mis padres. Me decían que trabajara y buscara lo mejor. También estuve rodeado de grandes personas. Fue algo fundamental. Así, en la escuela de fútbol de Vílder Chávez, pude mostrarme en amistosos frente a El Nacional, Liga de Quito y la selección de Sucumbíos, a la cual posteriormente representé. Me entrené en el Caribe Junior, pero jugué por Sucumbíos y fui goleador.
¿Por qué Sucumbíos?
La selección de Sucumbíos y el Caribe Junior siempre han tenido prestigio. El club me dio estudios, buenos implementos. A mi madre le agradó que yo también pudiera estudiar allá.
¿Por qué otros jugadores con más talento no llegan al fútbol profesional?
He tenido amigos con muchísimo talento, pero se descuidaron. Otros pasaron dificultades o no tuvieron suerte. Yo tuve el plus del apoyo de mis padres. Me ayudaron en los momentos de dificultad. Todo este camino es el reflejo de lo que soy.
¿Qué distracciones aparecen con la fama del fútbol?
Algunas… Pero todo depende del jugador. Él tiene que sortearlas para llegar a su objetivo, para triunfar. Debe saber que su familia depende de él. Yo vengo de una familia muy humilde y eso me ayudó a superarme. Es un privilegio prevalecer ante esas dificultades y ser fuerte.
A usted le conocen por ser una persona de carácter reservado y serio. ¿Esto le ayudó a llegar a Primera?
Es verdad. Soy un poco reservado. Pero no es de ahora. Desde muy chico mantenía reserva con mis compañeros. Pero siempre que alguien me llama respondo. Si alguien me necesita estoy dispuesto a ayudar. Más aún si son mis familiares.
Los futbolistas están expuestos a que los hinchas le pidan fotos, autógrafos… en momentos privados. ¿Cómo debe procesar el jugador estos pedidos?
Llevó cinco años en Primera. Pero antes de eso yo veía que los más chicos pedían fotos a los más grandes. Y a mí eso más bien me motivaba. Cuando los chicos y los hinchas me piden fotos les colaboro. No hay que perder la humildad en esta profesión. Hay que recordar sus comienzos.
¿Se apoyó en jugadores de más experiencia para adaptar estas reglas?
No tuve muchas oportunidad de conversar con los más experimentados cuando luchaba por llegar a Primera. Siempre que subía al plantel de Primera trataba de entrenarme bien y dar lo mejor. Y escuchaba cuando ellos hablaban.
Usted tiene solo 23 años, pero ya está entre los más experimentados en su club. ¿A los jóvenes que empiezan en Primera hace falta darles consejos?
Hablo siempre con algunos de los chicos del equipo como Andy Burbano y Sebastián Méndez. Trato de conversarles de lo poco que he vivido en el fútbol. Les digo que esto es de paciencia, sacrificio y trabajo. En un futuro talvez les toque trabajar de mejor manera.
¿Cómo proyecta su futuro el próximo año, ya en el fútbol brasileño?
Este ha sido un año intenso. Pero mis otros años en Independiente también lo he pasado bien. El próximo me esforzaré igual por dar lo mejor.