De protestas para fomentar la esperanza

Una hincha ecuatoriana y una brasileña expectantes ante el compromiso de sus Selecciones. Fotos. EL COMERCIO y EFE

Una hincha ecuatoriana y una brasileña expectantes ante el compromiso de sus Selecciones. Fotos. EL COMERCIO y EFE

Una hincha ecuatoriana y una brasileña expectantes ante el compromiso de sus Selecciones. Fotos. EL COMERCIO y EFE

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Más de una semana de viaje en autobús. Ese es el precio para seguir una esperanza, es decir para ver a la selección ecuatoriana ganar en el Mundial.

El empate entre México y Brasil hizo que este día se convierta en un miércoles de ceniza, es decir como que si el carnaval terminó y empieza una época de recogimiento. Los entendidos dicen que si Brasil pierde un partido volarán televisores por la ventana, si pierde la Copa temblará el Gobierno.

¿Qué pasa entre los ecuatorianos? Al menos los que vinieron aprenden a hacer cuentas matemáticas, tan complejas que requieren de varios criterios para resolver la ecuación.

Siempre existe una solución más simple y que hasta suena lógica. En el Mundial de Sudáfrica, España perdió su primer partido con Suiza y al final quedó campeón, Ecuador puede seguir por el mismo sendero. La conclusión resulta de sentido común, pero solo es una forma fácil de alimentar la esperanza y es un método para hacer reír a los que se bajonearon en esta travesía.

Los hinchas, los que vinieron en bus, parecerían los más sacrificados que aquellos que vuelan de una sede a otra para ver a los tricolores. Pero el sacrificio no debería medirse por la tarjeta de kilómetros, debería medirse por el número de los goles que no se gritan.

La expresión de un gol en el rostro ayuda a liberar los músculos de la cara y soltar los enojos; los goles ahogados causan cólico y en Ecuador no hay políticas oficiales para contrarrestar una protesta si en caso se nos ocurre ser antiselección. No imagino una convocatoria para hacer la marcha de los balones desinflados.

Tampoco se pudiera proponer apagar los televisores a la hora del campeonato local, peor aún sabotear para que no se asistan a los partidos, eso ya ocurre incluso ahora cuando aún se vive con esperanza.

La diferencia es esa. Aquí en Brasil un empate se mide como un revés político. Entre los ecuatorianos, la pérdida puede que solo alimente la esperanza para clasificar al Mundial de Rusia, puede que sea un motivo para análisis eternos y un motivo para beber unas cervezas, claro si es que no es domingo.

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