¡Gracias Arroyo, por no ser un jugador europeo!

Luis Chiriboga tiene toda la razón: Si Michael Arroyo hubiera tenido una pizca extra de jerarquía, si no se hubiera acomodado ante el arco suizo, si hubiera resuelto en esa jugada fatal como un jugador europeo, quizás nadie estaría hablando de la crisis del fútbol de Ecuador.

En su indescriptible y hasta cómica comparecencia a la Asamblea de este 28 de julio, donde un puñado de políticos está ansioso de protagonismo soberano y altivo, Chiriboga dijo que el error de fundamentos de Arroyo le ha generado esta avalancha de críticas y exabruptos en contra del máximo dirigente.

Es verdad, damas y caballeros: el éxito de la Tricolor en Brasil hubiera impedido que todos por fin vieran lo que algunos (pocos) valientes llevan años y hasta lustros describiendo y alertando: que se hunde el fútbol nacional, que los dirigentes han convertido a los equipos en zombis con pantaloneta, que los estadios se quedan vacíos porque ya no hay jugadores que valga la pena ver, que los clubes se caen a pedazos, que no aparecen futbolistas en cantidad y calidad necesarios, que Ecuador está perdiendo competitividad, que los futbolistas pasan penas porque no cobran a tiempo.

Pensémoslo: si Michael Arroyo hubiera resuelto en esa jugada, si hubiera rematado al arco o al menos la hubiera botado fuera como indica el canon europeo, Ecuador habría clasificado a octavos y hoy nadie tendría ganas de hablar de las huelgas, las crisis, la falta de gestión y cambios en la estructura de la Federación. Es pasmosamente cierto: el error de Arroyo fue el catalizador que se necesitaba para que el velo se descorriera y quedara expuesto todo el asco, todo lo rematadamente mal que se gestiona en el fútbol en los diversos ámbitos del país. ¡Gracias ‘Gambeta’ por no ser como un jugador europeo!

Claro que Chiriboga lo toma por el otro lado. Se siente injustamente atacado porque, primero, no tiene por qué andar poniendo topes a los salarios de los jugadores. ¡Ni la FIFA lo hace! Pero lo condena haberse relajado en la aplicación del Reglamento (castigar a los clubes morosos), con lo cual se convirtió en cómplice de este abuso que sufren los futbolistas. Ese es su pecado, el cual ha quedado en evidencia no gracias a la huelga sino gracias a Arroyo y su ridículo en Brasilia.

También avanza, sin embargo, un hecho más delicado todavía: que el poder político se anime a dar el asalto final a la Ecuafútbol. Recordemos que a Chiriboga no lo tocaron cuando el Gobierno descabezó al Comité Olímpico y a las federaciones deportivas, en un calculado evento para controlar a los atletas, tenistas, nadadores y demás. Meterse con Luchito, tan venerable como Danilo Carrera, era delicado porque la FIFA, al primer suspiro, suspendía a la Tricolor y eso hubiera generado una mala imagen en los ciudadanos o, mejor dicho, en los electores.

Además, Chiriboga ha sido un estupendo aliado del Gobierno. No dijo nada cuando el estadio del Aucas se utilizó en un acto proselitista oficial (algo prohibido). Ha puesto la Selección a disposición del oficialismo. Ha ido a la Asamblea a recibir no quejas sino condecoraciones de la propia Presidenta. Ha almorzado en Carondelet. Ha hablado en favor de la Ley de Comunicación. Ayudó a despojar a los canales ‘incómodos’ para el Gobierno de las transmisiones del fútbol local, que pasó a canales incautados o dóciles a pesar de los contratos vigentes.

Ahora parece que esto está cambiando. Los mismos que le aplaudieron en la Asamblea le piden cuentas y con vehementes discursos. ¡Cuentas! ¡A él! ¿Por qué no se las pidieron antes, antes del Mundial? ¿Por qué ahora? Ah, claro, por el gol suizo que propició Arroyo. Por el fracaso. Por el ridículo. Por el amplio rechazo que ha generado todo lo que el desastre de ‘Gambetita’ ha permitido entender. Así que los políticos, hábiles como siempre, parece que intentan desligarse de su antiguo aliado y de su impopularidad tras este fracaso en Brasil para ahora sí cambiarlo en enero. El guión luce dispuesto. Y todo gracias a Arroyo, que no sabe ni sabrá nunca jugar como europeo.

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