José Villafuerte en el complejo de El Nacional en Tumbaco. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Cuando llevaba unos 10 años de retiro del fútbol, José Villafuerte empezó a revisar artículos y se topó con uno que contaba sobre sus goles en la Serie A.
Se percató, entonces, de que estaba entre los 10 máximos goleadores del campeonato. De que era uno de los mayores artilleros de El Nacional en la Libertadores (junto a Cléber Chalá) y de que había superado de largo los 100 goles en el torneo (llegó a 125).
Se puso a recordar.
Pero pese a los esfuerzos, no logró traer a su mente la ocasión en que marcó el tanto 100. Ese gol lo hizo con ‘El Nacho’ en el Atahualpa, ante el Cuenca, en 1986. Entonces, tenía la cabellera alborotada y lucía el 10, número que lo consagró en el club criollo y que exhibió en la Tri.
Ya no tiene esa cabellera y bromea. “Me voy a peinar”, dice y se topa su ‘calva’. Y aunque no recuerda su tanto 100, sí tiene presente otra conquista. Fue la que marcó en la final ante Barcelona, en Ambato. “Con ese gol llegué a 25 y me consagré como máximo goleador ese año. Ahí, también ganamos el título”. Fue el campeonato que dio inicio al segundo tricampeonato de los puros criollos.
Entonces, se encargaba de organizar al equipo en la cancha desde el medio, pero siempre aparecía como atacante para hacer goles. Para ello, antes de los encuentros, llevaba su radio al camerino y ponía salsa a volumen alto y se motivaba. Las canciones de Willie Colón, Héctor Lavoe, El Gran Combo… se escuchaban alto. Era su cábala para marcar y que aún le funciona. Porque, a sus 59 años, juega con los ‘Masters’. “Aún soy futbolista y hago goles”, dice el ahora entrenador de la Sub 16 de El Nacional.
Fabián Paz y Miño también anotó más de 100 goles. Foto: Alfredo Lagla/ EL COMERCIO
Fabián Paz y Miño tiene un ídolo en el fútbol: Pelé. Empezó a seguir el juego del ‘crack’ brasileño -considerado por algunos como el mejor de la historia del balompié- desde la niñez.
A sus 62 años, Paz y Miño mantiene esa idolatría. Cuando era un niño empezó a imitar el juego del brasileño. Lo mismo hizo en su carrera profesional. Intentaba copiar sus gambetas, su forma de encarar a los goleros e, inclus o, su festejo tras marcar un gol.
Por eso, cuando Paz y Miño -el quiteño que jugó durante toda su carrera profesional en El Nacional- anotaba un tanto celebraba como ‘O Rei’. Saltaba y ‘rompía el viento’ con el puño. Así festejó cuando marcó su tanto 100 en la Serie A del fútbol ecuatoriano. Ocurrió en la cancha del histórico estadio Olímpico Atahualpa, en un encuentro contra el Everest, en 1982.
Antes de saltar a la cancha oraba. Pedía que le fuera bien y pisaba el césped con el pie derecho. Así se sentía seguro para disputar los cotejos del torneo local y de la Libertadores con los rojos. Con eso,
logró marcar 155 anotaciones en la Serie A.
¿Cómo logró marcar tantas veces? Paz y Miño, ahora retirado del fútbol y quien comenta en un programa de Radio La Red, dice que siempre se cuidó en lo personal, además, fue constante. “Para jugar en El Nacional había que tener mucha garra y calidad. Y para mantenerse en alto nivel había que cuidarse”, relata en el hogar de su madre, donde hay una decena de trofeos que le entregaron por sus goles y su trayectoria en el balompié local.
Para él, antes sí había más espacios para hacer goles. Porque ahora las defensas son más cerradas.
Vinicio Ron en el complejo de El Nacional en Tumbaco. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Vinicio Ron siempre se ubicaba en el séptimo lugar de entre los 11 jugadores titulares, antes de salir a la cancha para disputar un partido. También evitaba darse la vuelta para saludar a los aficionados en media cancha.
Eran las cábalas que le acompañaban antes de disputar un cotejo con El Nacional, Universidad Católica y Aucas.
Así lo hizo en un encuentro de 1980, cuando saltó al campo de juego del Atahualpa con la casaca del ‘Trencito Azul’ para enfrentarse al Técnico Universitario. Ahí anotó su gol 100 en el torneo, una marca que la han conseguido solo 33 jugadores en la Serie A.
Pero su marca no se quedó en ese número. Llegó a anotar 181 goles. ¿Cómo logró imponer ese notable registro? El ‘Torito’ dice que tenía una capacidad innata para correr. En su niñez y adolescencia conseguía medallas de oro en las pruebas de los 100 y los 200 metros en el Colegio Juan Montalvo, de donde fue reclutado por El Nacional.
Confiesa que podría haber marcado más goles con los clubes ecuatorianos, pero no lo hizo porque no ejecutó algunos tiros penales. Esto porque en algunas ocasiones falló tiros desde los 12 pasos con los puros criollos y con los ‘camarattas’, y eso incidió en las derrotas de esos equipos.
Pero aquello no le incomoda. Prefiere recordar sus mejores goles, como el que anotó con los puros criollos al Nacional uruguayo, en un partido de Copa Libertadores. Realizó un gran remate ante el arco del golero Rodolfo Rodríguez. Su esposa, María del Carmen Paz y Miño -futbolera consumada-, siempre le recuerda esa anotación.