La ecuatoriana Glenda Morejón y la medalla de oro del Mundial de Atletismo Sub 18. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Para alcanzar el nivel de Jefferson Pérez se debe lograr más allá de medallas olímpicas, y ese es el propósito de la marchista juvenil Glenda Morejón.“Ahora me estoy preparando para una competencia que se llama 30km Usaft Race Walk Championships, que se realizará este mes de octubre en Nueva York, Estados Unidos”, indica la campeona imbabureña.
“La verdad, mi mayor sueño, como el de todo deportista, es llegar a Juegos Olímpicos, pero en mi pensamiento está en no nada más llegar, sino apuntar a una medalla para nuestro país, para eso me estoy preparando muy fuerte, entregando todo día a día”, dijo en entrevista con la agencia Efe.
Morejón, de 17 años, obtuvo en julio pasado una medalla de oro en la prueba de los 5 000 metros en el Mundial Juvenil de Atletismo en Nairobi, en Kenia.
“Conversé con Jeff (Jefferson Pérez) por primera vez en julio, semanas después de haber ganado el Mundial. Fue emocionante porque vino a Ibarra, nos invitó a almorzar a mi entrenador y a mi. Sentí su reconocimiento”, expresa.
Respecto a la competencia en estados Unidos afirma: “La verdad, no quiero prometer nada, nos estamos preparando fuerte para ir y hacer un buen papel y dejar el nombre de nuestro país en lo más alto, en los 10 kilómetros marcha”.
Una de las hijas predilectas de la ciudad andina de Ibarra (norte), asegura que conversar con “Jeff” es enriquecedor.
“La última vez que lo hicimos fue en agosto pasado en su ciudad, Cuenca (sur). Nos invitó a una cena y conversamos sobre las competencias, la experiencia que se gana cuando uno va a competir a nivel internacional. La verdad que sus consejos y motivación me están ayudando bastante”, indica.
Morejón revela que la primera especialidad con la que se identificó en atletismo fue en carreras de fondo: “Me encantan hasta hoy las carreras de fondo, especialmente medio fondo, en 800 metros, y 1 500 metros planos”, señala.
Como consecuencia de haberse retirado por un año de la anterior especialidad, al regresar, a los 13 años, el entrenador le recomendó que probara con la marcha.
“Al comienzo fue duro porque me empezaron a doler las rodillas, la cadera, pero siempre tuve el apoyo de mi familia, la motivación de ellos me llevó a superarlo”, comenta mientras sus compañeras de colegio, en la especialidad de contabilidad conversan y ríen durante el recreo”, en un día normal en su vida.