El Maserati Boomerang era el único prototipo que llevaba elementos de modelos existentes. Fotos: reddit.com y carscoops.com
Los prototipos futuristas son casi tan antiguos como la industria automovilística. Constituyen una interpretación anticipada de los diseños vanguardistas y las innovaciones tecnológicas que podrían ser la moneda común del sector varios años o incluso décadas después de su concepción.
Sin embargo, no siempre tienen un asidero real, pues suelen dejar de lado ciertos requerimientos específicos propios de la época a la que pertenecerían. Su función principal es causar impacto en el público y ponerlo a soñar con un futuro que quizás nunca llegue a ver.
Entre finales de los años sesenta y finales los años setenta, varios fabricantes italianos se dieron a la tarea de desarrollar autos concepto que evidenciaran su visión de la automoción del futuro, y particularmente la de las instancias iniciales del siglo XXI.
El Alfa Romeo Carabo fue el precursor de los prototipos futuristas italianos en los sesenta.
Estas iniciativas empezaron en 1968, cuando Alfa Romeo presentó al revolucionario Carabo en el Salón de París. Era un deportivo biplaza al que sus líneas rectas no le impedían presumir de una aerodinámica muy bien lograda, gracias a su forma de cuña.
El Lamborghini Athon resultaba más cercano a los años ochenta que al siglo XXI.
Le siguió el Ferrari Modulo Concept, que debutó en el Salón de Ginebra de 1970 más como una muestra de la capacidad creativa de la marca que como un proyecto viable.
Del Ferrari Modulo Concept solo se creó un ejemplar, que es propiedad de un coleccionista.
Dos años después, en esa misma muestra, vio la luz el Maserati Boomerang, y en el Salón de Turín de 1980 le tocó el turno al Lamborghini Athon. Todos ellos tuvieron en común un concepto aerodinámico similar, y también una total desconexión con los criterios estéticos actuales.