En varias películas y series de televisión muy populares en décadas pasadas, era común ver previsiones de futuro en las que los automóviles del siglo XXI se convertían en una especie de naves en las que las ruedas eran sustituidas por propulsores que los hacían flotar y deslizarse por el aire.
El paso del tiempo demostró que esas formas de ver la automoción estaban equivocadas, o al menos que correspondían a una época muy posterior. Si bien la tecnología automovilística ha cambiado mucho en los últimos 20 años, especialmente con el uso extensivo de la electrónica, no hay visos de que los vehículos dejen de ser lo que son esencialmente en el transcurso del próximo medio siglo.
Hoy en día los técnicos discuten sobre cuál será el combustible más eficiente y limpio para reemplazar al petróleo y sus derivados y hay avances muy concretos en esa materia.
Varios modelos impulsados por motores eléctricos se venden con éxito en algunos países, mientras que aquellos que tendrán motores alimentados con hidrógeno alistan su debut para el próximo año.
En tal sentido, al menos dos siglos cumplirá el automóvil como un medio de transporte con cuatro ruedas, antes de que algo superior lo reemplace.