Nada mejor en el fútbol que la astucia frente a la ingenuidad. Quizá esa sea la conclusión fundamental del triunfo 3-0 de Vélez Sarsfield sobre Liga de Quito.
No fue la Liga que los argentinos conocen: sereno, inteligente, aplicado tácticamente. Fue todo lo contrario. La ‘U’ no pudo esbozar un concepto futbolístico que realmente complicara a su rival y sus sectores defensivos pecaron de lentitud y pasividad ante un Vélez impetuoso en los 90 minutos.
En el ‘Fortín de Liniers’, como se conoce al estadio José Amalfitani, hubo un agasajo para los atacantes que desperdiciaron no menos de 10 oportunidades de gol frente al arco merengue. El delantero Augusto Fernández, autor de dos goles, y Sebastián Domínguez, sentenciaron un marcador que lo coloca como favorito para clasificar a la siguiente ronda.
Los goles eran algo previsible desde el primer minuto. Los desentendimientos defensivos, la lentitud de Jorge Guagua y Norberto Araujo (quien se recuperó de una lesión), quienes debieron dialogar durante todo el cotejo para una sincronización que nunca pudo concretarse.
Los ingresos eran inquietantes de un equipo veloz, que triangulaba sin interrupciones hasta en espacios muy reducidos, abría los frentes ante una defensa anodina. Transitaba la pelota con criterio ante un equipo que carecía, precisamente, de esa virtud.
Así vinieron los tantos que permiten a Vélez Sarsfield llegar a Quito con tranquilidad, al partido del jueves de la próxima semana.
El primer gol fue producto de dos errores: primero de Guagua, que permitió el ingreso por derecha de Santiago Silva, cuyo centro al segundo palo no encontró la respuesta adecuada de José Valencia. Así, Fernández remató cruzado y por bajo al arco de Alexander Domínguez.
No hubo que esperar mucho para el segundo gol. Juan Manuel Martínez se llevó el balón entre cinco jugadores de Liga y con un pase suave en callejón, dejó la redonda como para que Fernández cerrara su fiesta personal en el primer tiempo con un remate seco, para la algarabía de unos 25 000 hinchas que gozaron de la victoria del club de Liniers (barrio extremo del oeste porteño).
Recién a los 17 minutos, el equipo del DT Edgardo Bauza quiso expresarse futbolísticamente, pero no fue por mérito propio, sino porque Vélez le cedió la iniciativa. Aún así, fueron intentos débiles, acciones solitarias que pronto encontraron respuesta ante una férrea línea de cuatro zagueros y tres mediocampistas.
En el segundo tiempo se mantuvo la tónica de la primera parte. Vélez jamás dejó de presionar a Liga en su propio campo. Anuló cualquier esfuerzo habilidoso y solitario de Hernán Barcos.
La expulsión, a los 53 minutos, de Luis Bolaños fue el acabose albo. De su falta vino el gol de cabeza de Domínguez, quien no tuvo problema alguno para rematar el centro de Emiliano Papa.
Luego llegó la dura falta de Néicer Reasco, quien recibió la tarjeta roja. Con nueve jugadores, se escribía el punto final de una Liga que esta vez no asombró por su buen fútbol, sino por su pobreza en todos los sectores de la cancha.
Sin embargo, Domínguez, el autor de ese tercer tanto de Vélez, dejó un mensaje claro para la revancha: “Un gol más nos hubiera dejado tranquilos, sabiendo cómo juega Liga en la altitud”.