El técnico Cuca ansía la Libertadores para espantar sus fantasmas

El director técnico del Atlético Mineiro, Cuca (der), da instrucciones a sus jugadores durante el partido de ida ante Olimpia por la final de la Copa Libertadores, en el estadio Defensores del Chaco, en Asunción (Paraguay). EFE

El director técnico del Atlético Mineiro, Cuca (der), da instrucciones a sus jugadores durante el partido de ida ante Olimpia por la final de la Copa Libertadores, en el estadio Defensores del Chaco, en Asunción (Paraguay). EFE

El entrenador brasileño Alexi Stival 'Cuca' ansía ganar este miércoles la Copa Libertadores con el Atlético Mineiro para desterrar sus fantasmas personales y demostrar que por una vez el éxito no le es esquivo. Aunque los trofeos no son lo suyo, Cuca se ha labrado fama de ser un gran entrenador, que sabe construir equipos atractivos y que juegan buen fútbol, para lo que él no dispensa de la ayuda divina.

A sus 50 años, Cuca es profundamente religioso y también arrastra una fama de maniático y supersticioso, capaz de seguir cualquier tipo de rito con tal de ganar un partido.

En las semifinales y el partido de ida de la final de la Libertadores vistió una camiseta negra con el rostro de la virgen María, apelando a la ayuda divina, que la semana pasada por lo menos en Asunción le sirvió de poco. El resto del tiempo no se desprende de una camiseta con la leyenda "Yes, we C.A.M.", toda una oda a la esperanza que hace un juego de palabras con el acrónimo del equipo (Club Atlético Mineiro) y el famoso eslogan de campaña de Barack Obama "Yes, we can" (sí, podemos).

También ha guardado como un talismán el balón del partido con el Tijuana, después del penalti que paró Víctor al final del choque de vuelta de cuartos de final, que salvó al equipo de la eliminación. Quizá su acción más inusitada para motivar a sus jugadores fue colgar un corazón de vaca chorreando sangre en el vestuario del Botafogo, que entonces dirigía, antes de una final con el Flamengo, con el infausto resultado de una derrota.

Los amuletos de poco le han servido a lo largo de sus 15 años de carrera como entrenador, en la que ganó sólo cuatro campeonatos regionales y acumuló tropiezos en las instancias más altas de los torneos importantes. En su haber tiene un gran éxito que sin embargo no le valió ninguna copa: el haber salvado del descenso al Fluminense en 2009, después de haber encontrado al equipo desahuciado, con 16 puntos y como colista a mitad de la temporada.

A pesar de esa gesta, Cuca patinó y no consiguió poner la guinda a lo que habría sido una campaña perfecta, porque perdió ese año la final de la Copa Sudamericana ante el Liga de Quito. En su carrera como futbolista, militó en el Valladolid español y llegó a debutar en 1991 con la selección brasileña, pero sólo jugó un partido.

Formado en educación física, Cuca se precia de saber aproximarse a sus jugadores y de crear buen ambiente en el vestuario, pero muchos críticos le achacan que no sabe administrar las crisis por ser demasiado emotivo y perder los papeles en las derrotas.

Suplementos digitales