Reinaldo Rueda no se caracteriza por ser una persona expresiva. Mostrar las emociones no es lo suyo y ayer, un partido especialmente trascendental para su carrera, no fue la excepción: impávido, con las manos juntas tras la espalda, el técnico colombiano vio pasar los minutos del compromiso jugado en el estadio Mario Al-berto Kempes.
El compromiso con los brasileños decidía su continuidad como entrenador de la Selección. Ahora la pelota pasó a la cancha de la Comisión de Selecciones de la Ecuafútbol, que a su llegada a Guayaquil espera un informe completo de lo que fue la participación del equipo en ese certamen. Luego se decidirá su continuidad en la Tri.
Pese a no comunicar mucho, durante los últimos días el entrenador mostró un semblante afligido, serio y preocupado. No volvió a dar entrevistas desde el sábado pasado, cuando el cuadro ecuatoriano cayó sin atenuantes en el estadio Padre Martearena de Salta. Allí dijo que prefería absorber la presión y la molestia de los ecuatorianos y quitar esa cruz a los jugadores, antes del decisivo juego con Brasil.
Ayer su equipo mostró una mejor imagen. Él se mantuvo en su ley: primero en el armaje del equipo. Pese a todo lo que se anunció en los días previos al compromiso, Rueda mantuvo a Néicer Reasco y a Édison Méndez, pero excluyó a Segundo Castillo. Quienes lo conocen de cerca dicen que es un técnico obstinado y que le gusta defender sus ideas hasta las últimas consecuencias.
Como es una persona obstinada, ayer decidió ver el partido en la soledad de la zona técnica, muy lejos de sus asistentes. Vestía la gruesa chompa térmica del equipo, calentador y zapatillas. Solo en tres ocasiones se acercó a Alexis Mendoza, su asistente técnico, quien miraba el compromiso desde una de las orillas de la banca de suplentes.
Rueda no gesticula y peor grita. Solo en un par de ocasiones aprovechó la cercanía de Néicer Reasco, quien corría cerca suyo en el primer tiempo, para transmitir las correcciones a los jugadores.
No celebró con euforia el primer tanto ecuatoriano, pero sí lo hizo en el segundo tanto de Felipe Caicedo. Lo hizo apretando los puños, como queriendo expulsar el estrés y las molestias que lo han consumido durante los últimos días, difíciles para él y también para la Selección.
En la rueda de prensa, el entrenador caleño fue breve.Volvió a repetir esa frase que generó molestia en el Ecuador: que la Copa América no era el objetivo del equipo, sino un medio para llegar bien al Mundial. “Lo que estaba presupuestado es llegar bien al Mundial de Brasil. Este torneo nos sirve para tomar decisiones, es algo intermedio”.
Rueda destacó la labor de su equipo y la actitud. Luego volvió al camerino y posteriormente se dirigió al microbús que trasladó a Ecuador a su concentración en el Hotel Amerian. Lo acompañaba el preparador físico Carlos Velasco, otro de sus incondicionales en el equipo. Juntos se sentaron en uno de los primeros asientos del transporte que tiene dos pisos.