Guarda una camiseta comprada en una subasta como si fuera un tesoro. Esa prenda es de 1970, año en que El Nacional era el equipo favorito en el campeonato local.
Ese es el emblema de la colección de Rubén Dávila, aficionado quiteño de 31 años.
El repertorio de este hincha cuenta con más de 50 camisetas. Tiene todas las divisas principales desde 1997 y las principales y alternas desde el 2000. Además tiene algunas más antiguas, como la de 1970, que las ha comprado por Internet o por medio de subastas.
La colección se completa con obsequios de jugadores como Otilino Tenorio (+), Segundo Castillo y Marwin Pita.
Dávila emprendió esta afición pasando odiseas para comprar las camisetas. Visitó varios locales y hasta viajó a otras ciudades. Pero siempre se dio formas para adquirir todos los modelos.
No es amante de hacer autografiar sus camisetas, incluso algunas de ellas todavía conservan sus etiquetas, “permanecen en su estado original”. Solo la edición del 2004 tiene las firmas de todos los jugadores, pues fue un regalo de la dirigencia de esa temporada.
Dávila heredó su afición por el equipo porque su mamá era hincha del club criollo. Él nació en Riobamba y su padre era hincha del Olmedo y por esto guarda un cariño especial por el ‘Ciclón de los Andes’. Pero su verdadera pasión está ligada al rojo y al gris.
“Nací en 1983, año en el que El Nacional fue campeón… nací para ser hincha del rojo”, precisa Dávila mientras rememora los mejores momentos que ha vivido desde las gradas, alentando a los ‘puros criollos’.
Su recuerdo más “chiflado” junto a su equipo lo lleva a su adolescencia. Cuenta que un día no se aguantó las ganas de mirar a su equipo en vivo y en directo y se escapó de su casa para ir a Loja y entonar los cánticos de El Nacional.
En la actualidad Rubén Dávila pertenece a la Marea Roja, barra organizada del club. Él es el encargado de tocar el bombo para guiar el aliento de la hinchada y también de la logística para ingresar y ubicar las banderas en el estadio.
Para Rubén es muy fácil recordar su momento más feliz junto al club. Aunque tenía nueve años, el 25 de noviembre de 1992 es un día que nunca se borrará de la mente del hincha.
Él fue al estadio Monumental, en compañía de su tío, para ver campeón a su equipo en una de las canchas más complicadas del país ante Barcelona, el favorito de esa época.
Tiene muy clara la imagen mental de Dixon Quiñónez marcando un gol de cabeza, que enmudeció al escenario de Guayaquil que estaba pintado de amarillo. En ese momento dice que perdió el respeto por la hinchada local y empezó a saltar, gritar y llorar de la felicidad.
Pero no todo ha sido alegría. La angustia y la intranquilidad las tuvo presentes en la temporada 2012. Al hablar del partido ante Técnico Universitario, el último del año, en el que los rojos salvaron la categoría en el estadio Bellavista de Ambato, su voz se agita y los nervios vuelven a invadir su cuerpo.
El mayor orgullo de Dávila al ser hincha ‘puro criollo’ está en que El Nacional es el único equipo en utilizar solo jugadores ecuatorianos. Dice que si esto se llegaría a cambiar el renunciaría a su pasión. “Es como que si me cortaran un brazo o una pierna”, comenta.
Este hincha prefiere no hablar de la actualidad del club, cuenta que él lo seguiría en cualquier situación. Pero se declara un partidario de la nueva gestión de Jorge Yunda. “Estamos volviendo”, sentencia.
MÁS DATOS
Rubén Dávila nació en Riobamba en 1983.
Su madre lo llevó por primera vez al estadio y desde ese momento se enamoró del club militar.
Su ídolo y referente es el exjugador Juan Carlos Burbano, por lo que hizo dentro y fuera de la cancha.
LA FRASE:
“Un fin de semana sin ir al estadio a alentar y ver jugar al ‘Nacho’ es como estar una semana sin comer”.