Hasta ayer, Manuel Gallardo había ido dos veces al estadio George Capwell. En el 2010 a un clásico del Astillero y el año pasado a un partido entre Emelec y el Internacional de Porto Alegre (Brasil).
Es barcelonista. Tiene 33 años y es fanático del fútbol brasileño. Ayer compró una entrada al palco de la calle General Gómez y entró a ese escenario por tercera vez para ver el partido contra Flamengo, por la Copa Libertadores.
Ronaldinho, estrella de ese club brasileño, reunió ayer en Capwell a hinchas de varios clubes.
Juan Manuel Vera llegó desde Portoviejo (Manabí) con su primo Damián Loor. Es hincha de la Liga Deportiva Universitaria de esa ciudad, pero viajó durante tres horas y media en autobús para ver el compromiso.
Cuando llegó a la Terminal Terrestre, tomó un bus urbano que lo dejó a una cuadra del estadio. Luego compró su entrada, la de su primo y se sentaron en una acera a esperar la hora del partido.
La dirigencia de Emelec sacó a la venta desde el martes cerca de 19 700 boletos.
En esa misma acera donde esperaban los fanáticos, Paola Lozano vendía camisetas de Emelec. Tenía los dos modelos: la azul que utiliza en el Campeonato Nacional y que tiene rayas grises con la que juega en la Libertadores.
Cualquiera costaba USD 6. Hasta en 5 se la podía llevar si el comprador era insistente y regateador. Los gorros y gorras sí tenían precio fijo. Costaban USD 5. Ni un dólar menos. “No nos alcanza”, le repetía la vendedora a los clientes que insistían que bajara de precio.
A una cuadra de ahí, Ana Ordóñez se encontraba instalando su puesto de venta de guata (plato típico elaborado con el mondongo de la vaca) y tallarín. O la combinación de los dos, el tan apetecido guatallarín que con USD 0,50 llena el estómago de los hinchas.
Manuel Tenelema y Javier Romero fueron los primeros clientes a los que atendió Ordóñez. Ellos son hinchas del Deportivo Cuenca y habían llegado desde el martes pasado a Guayaquil.
Ronaldinho fue ayer el imán principal del partido entre los eléctricos y el popular Flamengo, club que al que alrededor del mundo se le contabilizan cerca de 40 millones de hinchas.
A su llegada a Guayaquil, el ‘crack’ del fútbol brasileño se mantuvo concentrado en el Hotel Hilton Colón. La dirigencia del Flamengo le destinó dos guardaespaldas personales, brasileños, para que lo cuidaran.
El mismo trato exclusivo tuvo el delantero Vagner Love, ex jugador de clubes como el Palmeiras y el CSKA de Moscú.
Los brasileños tenían previsto regresar anoche mismo a su país en un vuelo chárter.