El futuro de Ricardo Teixeira, el hombre más poderoso del fútbol brasileño, podría definirse esta semana. Presionado por sospechas de corrupción, por desgaste en sus relaciones con el gobierno de Dilma Rousseff y por señales de rebelión entre antíguos aliados, el empresario de 64 años enfrentará una prueba decisiva, en la asamblea general de los presidentes de las federaciones de los estados que él mismo convocó para mañana.
Del resultado de la reunión dependerá su permanencia en la presidencia de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), que ocupa desde 1989, y quizás también en el comando del comité organizador del Mundial de fútbol de Brasil 2014.
El dirigente, quien inició su carrera en el fútbol de la mano de su ex suegro, el ex presidente de la FIFA, Joao Havelange, siempre fue una figura polémica en Brasil, pero logró evitar en cada ocasión que las crisis y las sospechas afectaran su poder.
Teixeira resistió, por ejemplo, a una investigación legislativa sobre corrupción en el fútbol realizada durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), y luego se convirtió en amigo del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, con quien cooperó estrechamente en la campaña por la realización del Mundial de 2014 en Brasil.
El dirigente “sobrevivió” asimismo a las acusaciones del reportero británico Andrew Jennings, quien lo apuntó -conjuntamente con Havelange- como uno de los involucrados en un escándalo de sobornos pagados por la empresa de marketing deportivo ISL a miembros del comité ejecutivo de la FIFA en la década del 90.
Desde el año pasado, sin embargo, la posición de Teixeira se viene debilitando, a raíz de múltiples problemas, entre ellos las frías relaciones con el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, quien reemplazó a Lula a partir de enero de 2011.
Además, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, ha prometido divulgar los documentos de la investigación de la Justicia suiza sobre el escándalo ISL, que podrán confirmar -o no- las acusaciones de Jennings. La situación de Teixeira se complicó todavía más este mes, luego de que el diario “Folha de Sao Paulo” revelara que el dirigente es investigado por la policía federal brasileña, por sospecha de mantener vínculos económicos con una empresa acusada de cometer irregularidades en la organización del choque amistoso disputado entre Brasil y Portugal en noviembre de 2008, en Brasilia.
La empresa acusada es Ailanto Marketing, de propiedad del presidente del Barcelona, Sandro Rosell, quien según la prensa brasileña sería un “íntimo amigo” de Teixeira.
En los últimos meses, Teixeira ha dado pasos que podrían indicar su decisión de abandonar el escenario para preservarse de las presiones.
Además de nombrar a Ronaldo y a Bebeto para compartir el comando del comité organizador del Mundial de 2014, el presidente se tomó una licencia de dos meses de la presidencia de la CBF y del COL que expiró el lunes último. Según algunos medios, Teixeira estaría vendiendo todos sus bienes en Brasil para preparar su traslado a Miami, donde abrió recientemente una empresa.
Pese a todos los indicios, hasta ahora no existe una confirmación oficial sobre la supuesta intención del dirigente de abandonar el comando del fútbol brasileño, y no se descarta totalmente la posibilidad de que, en la reunión de mañana, Teixeira logre un acuerdo con sus pares para superar la crisis y mantenerse en el poder.