Al inicio del año, en Barcelona Sporting Club la aspiración para este año fue muy alta: Trascender en la Copa Libertadores. El antecedente parecía favorable y vislumbraba un mejor presente. Sin embargo, la realidad es totalmente adversa para el técnico Gustavo Costas y sus jugadores.
El cuadro canario fue uno de los pocos clubes que realizó variantes en su nómina. Mantuvo el 90% de la base que consiguió con éxito el título nacional del año pasado.
Reemplazó a tres de sus jugadores foráneos: Nicolás Olmedo (argentino) por José Amaya (colombiano), Ariel Nahuelpan (argentino) por Juan Carlos Ferreyra (argentino) y Gonzalo Castillejos (argentino) por Renzo Revoredo (peruano). Además, sumó dos laterales de selección, Juan Carlos Paredes y Geovanny Nazareno (cumplió una sanción).
Sin embargo, este año Barcelona vive momentos grises, tormentosos en la Copa Libertadores y en el torneo local. En el primero, está al borde de la eliminación. En el segundo, apenas suma cinco puntos de 18 que disputó (ha jugado seis partidos de las ocho. Es decir, tiene dos fechas pendientes). Su juego colectivo no aparece y carece de definición, producto, quizá, de la salida del goleador Narciso Mina, que se volvió irremplazable.
Desde el inicio de la temporada se mencionó con mucha fuerza que el plantel estaba dividido. Sin embargo, en estos últimos días es un tema que ya no se menciona y que los jugadores canarios se encargaron de desmentir. Pero, nunca fue demostrado.
Costas aún confía en que su plantel levantará su nivel, hasta el que exhibió el año pasado. “No bajaremos los brazos”, sentenció luego de su último empate en casa ante el Toluca mexicano, por la Copa. Queda la interrogante abierta, ¿lo conseguirá?