El fútbol de playa, en Tahití, ya tiene favoritos

El Mundial de Playa se celebra en Tahití. Foto: AFP

El Mundial de Playa se celebra en Tahití. Foto: AFP

"Apuesto por una final Brasil-Tahití y que el mejor gane", se entusiasma Alex, un aficionado brasileño, con la bandera de su país atada a su cintura como si se tratara de un pareo tahitiano.

 Antes de regresar a las tribunas, mira el sol acostarse detrás de la isla de Moorea, desde el puerto de Papeete, la capital tahitiana. Es aquí, a algunos metros del océano, donde fueron esparcidas toneladas de arena, para el único estadio de fútbol playa de la Copa del Mundo 2013.

 Los partidos se encadenan. Cuatro por día hasta el 28 de septiembre, en un deporte a la vez espectacular y muy físico.

Costa de Marfil no pudo hacer frente a Paraguay en el partido de apertura. Sus jugadores, rápidos, iniciaron bien el partido y llegaron a ponerse en ventaja de 4-2 al término del segundo de los tres períodos.

Pero habían llegado la mañana misma del partido, tras 30 horas de avión, y con la mitad del equipo solamente, ya que los otros jugadores no pudieron obtener su visado a tiempo.

Con un solo suplente, cuando son siete los que debería tener, el tercer período fue fatal para ellos y acabaron perdiendo con Paraguay por 10-6.

Alrededor del estadio, frente al mar de Papeete, el ambiente es festivo y familiar: niños imitan partidos de selecciones nacionales en un gran terreno.

Delante de unos cientos de espectadores, dos adolescentes se enfrentan en una batalla con canciones pop de estilo latino.

Un poco más lejos, jóvenes polinesios miden su potencia disparando con fuerza un balón, colocado en un brazo mecánico.

Tearii los observa engullendo un perrito caliente y patatas fritas, mientras su mujer, Vaihere, degusta un pescado crudo con leche de coco. “ Eso al menos es local, es ma'a (alimento) de deportista ” , dice riéndose.

En el estadio, Senegal y Ucrania se enfrentan en un partido disputado. Y cuando un jugador lanza un balón alto, por encima del estadio, es un policía quien realiza una bonita parada para evitar que caiga al océano. Los senegaleses acaban ganando con un gran final de partido, gracias sobre todo a cuatro tantos de Babakar Fall (5-4) .

 Cheerleaders y ola

Pero el público polinesio se ha acercado también para admirar la actuación de las cheerleaders o animadoras en los descansos.

 Un espectáculo poco habitual en Polinesia. Las cheerleaders profesionales venidas de España se mezclan con las bailarinas tahitianas, en los intermedios que proponen una versión moderna del ori (baile polinesio) .

Son más aplaudidas incluso que los deportistas por los 4.000 espectadores del estadio de To'ata.

Rusia, que ganó la última Copa del Mundo, se mostró poco convincente en su entrada a la competición, pese a la victoria sobre Japón (4-1) .

Brasil, tetracampeón mundial, otro de los favoritos, tuvo que emplearse a fondo al inicio del partido para vencer a Irán (4-1) .

El público polinesio hace olas para celebrar las jugadas espectaculares de las estrellas del equipo, Bruno Xavier et Bueno.

Unas horas antes, la FIFA se felicitó por la organización de este Mundial en la Polinesia francesa y señaló el impacto de este deporte, ya que el evento se televisa en muchos países.

"Para que se hagan una idea de la evolución del fútbol playa, hemos recibido más de 10 solicitudes para albergar las próximas ediciones, en 2015 o 2017. Desde el este hasta el oeste, el mundo está cada vez más interesado por este deporte. Para la FIFA es una herramienta de desarrollo, porque no hay otra forma de fomentar el desarrollo de los mejores jugadores del mundo sin programas de cantera. Y además procura ventajas sociales", declaró el secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke.

Pero en los alrededores del estadio, se habla sobre todo de las estrellas del día siguiente. “ ¿Dónde están los Tiki Toa? ” , se pregunta el pequeño Matahi, de 8 años, decepcionado por no poder ver al equipo tahitiano.

La selección local disputará su primer partido frente a Emiratos Árabes Unidos en la segunda jornada en Papeete y avivará las esperanzas de 280.000 polinesios, impacientes por medirse con la élite mundial.

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