El estadio El Chan de Machachi vivió ayer otra fiesta oro y grana. Y aunque los hinchas del ídolo quiteño no asistieron en la cantidad que los dirigentes del Rumiñahui esperaban, llegaron en número suficiente para que el domingo de Semana Santa no fuera de penitencia sino de celebración.Los 1 800 hinchas auquistas presentes en el escenario festejaron el triunfo de su equipo como solo ellos suelen hacerlo: con total entrega y algarabía.
El puñado de hinchas del Rumiñahui, un equipo nacido en la parroquia urbana de San José de Tucuso –tierra de ladrillos y ladrilleros-, salió con la frente altiva, pues su club tuvo una derrota digna. Una derrota que, de no mediar los tres palos que salvaron al ídolo quiteño, bien pudo tener otro desenlace.
El marcador de dos anotaciones a cero con el que los orientales derrotaron a los machacheños puede parecer injusto, pero es real. Es el reflejo de la efectividad que tuvieron los jugadores amarillos, quienes aprovecharon de la experiencia de Gustavo Figueroa para el primer tanto, y de la falla de Gregory Escobar, el joven arquero del Rumiñahui, para el segundo.
El gol del ‘Tigre’ llegó pronto, cuando apenas se jugaban tres minutos. Nació de un centro medido de Patricio Avilés al corazón del área, que Figueroa conectó con eficacia y oportunismo.
El segundo gol oriental también nació de los pies del zurdo volante de creación auquista. Fue a los 35 minutos. Avilés cobró un tiro libre desde unos 40 metros. El balón realizó un giro extraño en el aire y se metió en el arco defendido por Aguilar, quien se quedó, como dicen los peques, cazando tilingos.
Esas dos acciones y otras tres en la segunda etapa (50’, 75’ y 78’) fueron las únicas de peligro que generó el Aucas en todo el partido. Muy poco, en verdad, para un equipo con tanto linaje y tanta historia gloriosa como el ídolo, para el que jugar en la segunda categoría sí es una penitencia.
¿Y el equipo de Machachi? Fue voluntad, pundonor, amor propio, ganas. El Rumiñahui es un equipo liviano y frágil.
Los tres delanteros que puso en el campo de juego el director técnico Marcial Jiménez -Jairo Cóndor, Darío Sinaluisa y Darío Almachi- parecían niños al lado de los altos y robustos zagueros orientales Andrés Mendoza, Jimmy Gómez y John Palacios. Los tres jugadores, aunque hábiles y movedizos, se estrellaron una y otra vez contra esa muralla afro vestida de oro y grana.
No obstante, el Rumiñahui exhibió una virtud: Daniel Goyes y Daniel Tayupanta son buenos cobradores de tiros libres y estrellaron tres balones en los postes.
Él ‘Papá’ Aucas triunfó pero sin demostrar esa superioridad que sueña su exigente hinchada. Ganó sin jugar bien y ante un equipo liviano, que respetó en demasía su condición de ídolo.