Conoce la historia del Deportivo Quito a la perfección. Sabe el día y el año que pasaron los presidentes, entrenadores y futbolistas.
El es Ramón Chiriboga, quien cumple la función de quinesiólogo del equipo desde hace 49 años y es el único trabajador del club que estuvo en los cuatro campeonatos que han conseguido.“Nadie sabe lo que es esperar 40 años para ser campeón”, confiesa emocionado. La corona que más disfrutó fue la de 1968, la segunda del equipo”.
Chiriboga usualmente labora los 1 de mayo, el día del trabajador. Él dice que siempre ha coincidido esa fecha en los entrenamientos o en los estadios.
Hoy, a sus 78 años, recuerda que vibró con los goles de los delanteros uruguayos Juan Carlos de Lima y de Víctor Battaini. También cuenta que aplaudió las atajadas de los goleros Luis Aguerre, Carlos Enríquez y Johvani Ibarra.
Es como el abuelo de los jugadores del Quito. En la cancha del complejo de Carcelén, los futbolista se le acercan para hacerle bromas. Michael Castro lo abraza todos los días, Luis Fernando Saritama le toca la cabeza, Segundo Castillo le da una palmada en la espalda y Marcelo Elizaga le pide entre risas un masaje. Esas acciones las vive a diario.
El vio crecer como futbolistas a Saritama, Castro, Álex Aguinaga, Fabián Cubero, entre otros. ‘Sari’ y el ‘Guero’ son sus mejores amigos. Con ellos se toma fotos siempre que puede y las colecciona en su álbum fotográfico. A Aguinaga lo abrazó el domingo pasado, antes del choque entre el Deportivo Quito y Barcelona, jugado en el estadio Atahualpa.
La rutina de Chiriboga empieza a las 08:00 al llegar al entrenamiento y se va a las 17:00, cuando solo quedan los guardias.
En el complejo de Carcelén tiene una bodega, en donde guarda las colchonetas que usan los futbolistas para los masajes. En ese lugar también conserva recortes de periódicos y revistas, enmarcados, en donde se incluye una entrevista que le hicieron hace cinco años y cuatro pósteres de él y los futbolistas que han pasado por el club.
El quinesiólogo habla del Quito como si fuese su hijo. Es hincha desde niño, porque se crío en la Plaza del Teatro, donde se fundó el elenco capitalino. Por eso no le importa si no tiene feriados o fines de semana libres. “He trabajado todos los 1 de mayo, desde que me acuerdo”.
Y con este equipo también ha conocido el resto del país y los países de la región. Su función lo llevó a que se desempeñara como utilero de la Selección en 1996.
Sus hijas Dennis y Nebraska, quienes lo visitan frecuentemente en el complejo, también son hinchas del Quito.
En la cancha del complejo es conocido como el dueño de ese espacio y todos saben dónde encontrarlo. “A Ramón lo conozco desde que vine acá (1968). Es mayor que yo, pero corre más rápido que un pibe”, comenta entre carcajadas Víctor Battaini, ex jugador chulla y actual coordinador de las divisiones formativas.
El contrato de Chiriboga con Deportivo Quito no tiene fecha de finalización. “Yo me quedaré aquí hasta cuando las fuerzas me lo permitan”, dice.
Irma Astudillo alimenta a jugadores, directivos e hinchas
Cuando el Independiente del Valle inició su participación en la Serie A, en el 2010, Irma Astudillo y su esposo Rafael Gutiérrez decidieron poner un puesto de comida en el estadio de Rumiñahui. En el menú se ofrece mote con chicharrón, maduros fritos, empanadas de morocho, guatita, etc.
Irma se hizo hincha del club de Sangolquí “porque me da de comer”. Su jornada en los partidos en el estadio Rumiñahui varía dependiente el encuentro.
“Si es un partido normal vengo con tres horas de anticipación. Si es uno más importante, estoy aquí cinco horas antes”, cuenta.
Astudillo tiene un equipo de 12 personas. Cuatro le ayudan a cocinar y ocho venden en los graderíos.
Su quiosco es visitado por hinchas, directivos y futbolistas. Los últimos clientes son los pasabolas, quienes llegan cuando el estadio queda vacío.
“Sí me gusta ver el fútbol, pero tengo que darle la espalda para trabajar”.
Irma Astudillo. Vendedora
Graciela Erazo organiza a los clubes de fútbol de la capital
La conocen como la señora ‘Chelita’. Ella ha sido la mano derecha de los presidentes y gerentes de la Asociación de Fútbol no Amateur de Pichincha desde hace 35 años. Allí cumple funciones de secretaria.
Ella se encarga de organizar las reuniones de los directivos del fútbol quiteño y desde hace seis años dirige las ventas en las boleterías del estadio Atahualpa y del Rumiñahui.
De lunes a viernes tiene un horario de ocho horas laborables. Pero el día en que hay fútbol en su trabajo no manda el reloj. Al estadio llega con dos horas y media de anticipación al inicio de un choque y se va cuando las cuentas han cuadrado.
‘Chelita’ conoce cómo se mueven los clubes internamente. Incluso, ha escuchado charlas técnicas a la par de los jugadores. “Lo que más recuerdo es la forma como ‘Bolillo’ Gómez les hablaba a los muchachos. Eso me emocionaba”, cuenta.
“Los directivos me tienen confianza, por eso me encargan las boleterías”.
Graciela Erazo Toro. Secretaria de AFNA
Carlos Muñoz es el primer ‘guardia’ en los estadios
Por sus manos pasan los boletos de los juegos del Campeonato Nacional, Copa Libertadores y eliminatorias. Entre sus funciones también tiene que revisar que los periodistas ingresen con el carné de la Ecuafútbol y que los fotógrafos entren a la cancha con chalecos que los identifique. La actividad de Carlos Muñoz, quien trabaja en AFNA hace 6 años, depende de la distribución de su jefe Eduardo Lombeida.
Con sus 12 compañeros de trabajo se dividen las puertas de ingreso y los controles de los estadios. “Me gusta venir a los partidos, aunque a veces no puedo ver el fútbol porque tengo que cuidar todo”, señala Muñoz, quien es hincha de El Nacional.
Cuando no hay partidos de fútbol atiende su negocio de lavado de alfombras. Tiene 52 años y señala que el estar cerca del deporte que le apasiona lo hace feliz. “Soy afortunado de trabajar en esto, mucha gente quisiera tener esta oportunidad”.
“A veces paso malos ratos, porque hay hinchas que son mal educados”.
Carlos Muñoz. Trabajador de AFNA