Ni la movilización desesperada de sus hinchas, ni los cambios de último momento del DT Juan José López, ni la sorpresiva aparición en los entrenamientos del presidente Daniel Passarella, ni la visita de viejas glorias futbolísticas para motivar al plantel, ni el peso de sus 110 años de éxitos pudieron cambiar el destino de River Plate.
El empate 1-1 ante Belgrano en el segundo partido de la promoción condenó al máximo campeón argentino a un inédito descenso a la Segunda división, en una tarde que quedará grabada en la historia de Argentina.
Es que más allá del dolor infinito que invade a sus hinchas y de la perplejidad del mundo del fútbol en general, el resultado fue consecuencia lógica del nivel que exhibió River Plate en la segunda mitad del campeonato y en el primer partido de la promoción, a pesar de que el fútbol a veces se empeñe en mostrar que en 90 minutos todo es posible.
Sin embargo, esta vez no hubo camiseta ni historia que valga, ni tampoco teorías conspirativas con sustento, más allá de un mal arbitraje de Sergio Pezzotta.
“Mirá si River se va a ir al descenso”, era el comentario casi unánime de hinchas de todos los equipos, ex futbolistas y analistas deportivos al iniciarse hace un año la temporada con River en el último lugar en la tabla acumulada.
La creencia de que la sola historia lo iba a sacar de esta situación, o acaso las especulaciones acerca de ayudas arbitrales que nunca llegaron, alimentaron este pensamiento mágico.
A pesar de un aceptable torneo de 31 puntos realizado en el Apertura 2010 -en el que terminó tercero- y de un buen inicio del Clausura 2011, la cuesta que debía remontar River, fruto de las malas campañas y el descalabro institucional de la gestión anterior del ex presidente José María Aguilar, era demasiado grande.
Cuando llegaron las fechas decisivas, ingresó en una caída anímica de la que nunca pudo salir.
Desde la victoria ante Racing en la fecha 12, el conjunto millonario no volvió a ganar. En el partido siguiente cayó ante All Boys en un duelo clave por el descenso y luego ante Boca en un superclásico que ya no se verá en la próxima temporada. De ahí en más, fueron todas finales para River, que sintió el abismo más cerca que nunca y se vio desbordado por la presión. Y el equipo de JJ López falló una detrás de otra.
Igualó con San Lorenzo tras un nuevo error del arquero Juan Pablo Carrizo. No pudo con un rival directo como Olimpo en la ciudad de Bahía Blanca. Volvió a empatar ante un irregular Colón en el Monumental y contra un Estudiantes alternativo en La Plata.
En la última fecha perdió ante un Lanús que jugaba por nada. El equipo se veía quebrado anímicamente, con un DT que no paraba de hacer cambios sin mayores resultados. Los nervios se apoderaron de toda la institución, desde el técnico López, que sumó un nuevo descenso en su currículum, y los jugadores hasta los hinchas y el propio Passarella.