Ni equipos grandes ni equipos chicos

Ocurre con frecuencia al comienzo de las grandes competencias. Como los partidos suelen ser parejos en los inicios, surgen las voces habituales diciendo que ya no hay equipos chicos, y que todo está muy equilibrado.

Eso se dice desde los setenta, más o menos. Y en realidad los equipos chicos han progresado lo suficiente como para participar dignamente, aunque generalmente de los cuatro semifinalistas, tres al menos suelen ser los llamados grandes o históricos.

Ni Argentina ni Brasil ni Uruguay pudieron conformar en su presentación, aunque Brasil en los primeros 30 minutos insinuó lo que podría llegar a ser, con algunas variantes ofensivas, para no dejar librado todo a la inspiración.

Perú expuso un orden bien coordinado, sin demasiadas ambiciones, pero lo suficientemente inteligente para aprovechar las oportunidades que tuvo. Lo alentador es que se vio un equipo con una línea determinada de juego.

Paraguay y Ecuador, cada uno con sus armas, hicieron un buen partido. Trataron de jugar y lo consiguieron durante muchos minutos del partido. Paraguay más firme cuando defendía, y Ecuador más vistoso cuando atacaba.

Chile, hasta el momento de escribir este artículo, fue el mejor por varios motivos. Primero por su ambición permanente. Después por su apuesta por el toque en todo momento y la calidad sobresaliente de tres de sus jugadores: Matías Fernández, Suazo y Alexis Sánchez.

De las otras figuras de este torneo, hay que decir que seguro, a medida que avance el torneo, cuando hayan desaparecido los nervios iniciales, comenzará realmente la copa. Eso es lo que esperamos todos.

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