Sin Nahuelpan y Díaz no es lo mismo
En el estadio Monumental. Michael Arroyo, de Barcelona, supera la marca de Israel Chango, de Macará. José Sánchez/ EL COMERCIO
¿Qué pasa cuando un equipo pierde, en el lapso de una semana, a su goleador y a su jugador creativo? La respuesta la tuvo ayer el Barcelona, un equipo sin fuerza ofensiva, inocente y sin la posibilidad de hacerle daño a su contrincante.
Ayer el cuadro amarillo no pudo anotar y por ende derrotar a un Macará aguerrido, ordenado y que ya va adquiriendo las características que su entrenador Armando Osma quiere imprimirle.
Barcelona extraña a Ariel Nahuelpan y a Damián Díaz, su goleador y su armador estrellas. El técnico Gustavo Costas, en la rueda de prensa, posterior al partido, reconoció que su equipo añorará a los dos, pero sobre todo al 'Kitu'. "Un partido como este era precisamente para Díaz, ante una defensa cerrada, él podía marcar las diferencias", reconoció el técnico.
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El 'Loco' fue transferido al Pumas de México, mientras Díaz llevará sus chilenas y malabares al fútbol de Qatar. Las necesidades económicas del Barcelona, un equipo que le debe a los proveedores, a la Seguridad Social, entre otros, obligaron a la dirigencia a desprenderse de sus talentos, con el consabido costo deportivo.
Los Michael, Arroyo y Quiñónez, eran los llamados a organizar el juego, a generar opciones por los costados para buscar en el centro del área a Carlos 'Pichón' Quinteros y Christian Penilla.
Sin embargo, los ofensivos toreros no fueron gravitantes. Es más, sus intentos hicieron acrecentar la figura de José Camacho, el rapado arquero de Macará, a quien le gusta vestirse de blanco y ordenar a su defensa durante todo el juego.
Camacho se convirtió en el comandante de su equipo y ordenó desde el fondo al cuadro visitante, que no solo se dedicó a cuidarse, sino también a administrar el balón y cerrar los espacios, complicando la tarea de los locales.
Los minutos transcurrían y el Barcelona, que en la semana sufrió el embargo de su estadio a manos del IESS, seguía sin poder romper el candado de los visitantes.
Quiñónez fue cambiado y Hólger Matamoros lo reemplazó en búsqueda de variantes en la ofensiva. Pero nada más sucedió. El marcador no se abrió y la hinchada barcelonista se fue con la molestia de no haber vencido.