A esa hora, Sudáfrica y México ya jugaban el primer partido del Mundial en África, pero las dos pantallas de televisión de la Sala de Emergencias del Hospital Eugenio Espejo, de Quito, estaban apagadas.
El fútbol importaba poco. A las 09:00 de ayer enfermeras, médicos, guardias’ recorrían los pasillos del área más delicada del hospital y, en la mayoría de los casos, las personas solo esperaban noticias de sus familiares.
Las preocupaciones de los doctores y los pacientes no tenían que ver con el juego mundialista. Claudio Armijos, por ejemplo, esperaba la salida de un galeno para conocer el resultado de la intervención quirúrgica a su madre.
Aferrado a un sobre de color amarillo y delante de una capilla, Armijos aguardaba las noticias sobre su progenitora, María Yunda, de 57 años.
El machaleño, que lucía una camiseta de Barcelona, llegó al lugar a las 08:45, quince minutos antes de que empezara el cotejo. Luego, se sentó sobre una banca de baldosas blancas. Detrás de él estaban las imágenes de la Virgen Dolorosa, el Niño Jesús y la Virgen del Consuelo, protegidas por un vidrio y adornadas con flores. A su lado, una mujer lucía preocupada porque desconocía el resultado de la operación de un familiar.
En los pasillos, los enfermeros transportaban heridos en camillas, las enfermeras pedían a sus asistentes ayuda y, en la puerta de ingreso, un grupo de personas suplicaba a un guardia que les permitiera ingresar.
Por el lugar también pasaba un grupo de 10 estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Quito. Ellos recibían clases de un médico del hospital.
En la zona de cuidados intensivos estaba Jeiner Zambrano, quien se recuperaba de una operación en la espalda. Él sufrió un golpe en una clase de movimiento escénico de la Facultad de Artes de la Universidad Central de Quito, pero se lastimó y debió ser trasladado inmediatamente al hospital.
El universitario esmeraldeño, de 24 años, y seguidor de Barcelona sí quería conocer sobre el encuentro entre México y Sudáfrica, pero nadie le informaba sobre el resultado. Al final, nadie le ayudó.
Los médicos no tuvieron tiempo para observar el encuentro futbolero. Vicente García, jefe de Emergencias y galeno del hospital desde hace unas dos décadas, tenía previsto ver el partido desde el inicio. Pero 30 minutos antes debió ingresar al quirófano uno para operar a un paciente.
García salió del área del quirófano dos horas después. Eran ya las 09:30 y se jugaban 75 minutos del duelo entre sudafricanos y uruguayos. Se dirigió inmediatamente a su oficina para encender el televisor, pero la enfermera Mercedes Sandoval le pidió que firmara autorizaciones.
El médico prendió la televisión, se ubicó en su escritorio y, luego, empezó a firmar los documentos.
La otra pantalla del lugar, ubicada en la oficina de Secretaría, dirigida por María Estela Vaca, nunca se encendió. La mujer prendió el aparato, pero desconocía si funcionaba. “Además, tampoco me interesa el fútbol, con tantas ocupaciones que debemos hacer acá no tenemos tiempo para esas cosas”, expresó la mujer, quien lucía un impecable mandil blanco.
El médico García y su colega Gonzalo Haro fueron los únicos que pudieron ver parte del cotejo. Pero solo los 15 minutos finales.