El gol de David Quiroz transportó a Ricardo Molina a Buenos Aires, Argentina, a la final de la Recopa entre Liga y Estudiantes. “Los vagos me enseñaron a quererte./ A alentarte siempre hasta la muerte. / A los azules siempre los corremos. / Tengo aguante soy el funebrero. / Soy del bajo/ de Ponciano / yo soy de la Liga./ Soy del albo”.
A los ‘pincharratas’ los aguantamos en las gradas, decía ayer Molina y deliraba sin retirar la mirada de la cancha. “A Liga/ la llevo en el alma/ la llevo en el corazón/ la banda de la Central/ la Muerte te va alentar”, coreaba, con la contagiante música de En Vida de Gerardo Morán, adaptada por su barra, la Muerte Blanca de la ‘U’.
“Para viajar a Argentina ahorré 300 dólares, fueron ocho días en bus hasta allá, solo parando para comer en gasolineras. Liga es una emoción, una adrenalina, una pasión”, decía el joven seguidor de 20 años, quien ayer en la tribuna San Martín del Capwell no tenía verguenza en extender su ‘coco’ futbolero (gorro de tela sin visera) y repetir: “Ayúdenme con una moneda para el bus a Ambato”.
En esas gradas, destinada para los hinchas de Liga, otros de la Muerte Blanca seguían sus pasos y hallaban más de un solidario. “En Ambato somos 35 de la Muerte”, aseguraba Molina, acostumbrado a peregrinar con Liga.
“Hoy salimos en bus a las 03:00 y llegamos al mediodía al Cuartel Modelo. La dirigencia ya nos tenía las entradas; pagamos, y venimos al Capwell con la Policía”.
Ayer, unos 3 000 hinchas blancos llegaron para la final con Emelec, pero 1 000 no pudieron pasar. Por eso en los exteriores del estadio hubo incidentes. Adentro los seguidores blancos aplacaban el calor con cerveza, cuya venta no estuvo restringida, aunque sí la difusión del nombre de una marca en las vallas de la cancha, cubierta con negro, tras el polémico fallo judicial de la última semana.
“Falsificadores, falsificadores, falsificadores”, se escuchó desde las generales, copadas por seguidores azules, también en alusión a otra polémica, el caso Gonzalo Chila (Ángel Cheme), jugador sancionado de Liga. La Muerte Blanca, en respuesta, propinó un “ohhh, no les da verguenza/ ohhh, no les da verguenza/ no nos ganan/ ni en la mesa”. Y recordó que “se ve, se ve, se ve y no se toca, la Libertadores” del 2008.
Molina evocaba los insultos que recibían en Buenos Aires. “Fue una experiencia, comíamos poco, pasamos seis días en Argentina, luego de viajar tanto, pero en el partido no dejamos de alentar en ningún momento. Sí, la verdad algunos fumaban, pero yo no. Nuestro aguante nos dio la Recopa”.
En el Capwell, los liguistas miraban de pie, con las manos al aire y la voz cada vez más afónica. “Mis papás me apoyan, saben que este es mi amor”, aseguraba el seguidor. Y devino un canto ensordecedor: “Palo palo palo/ palo bonito palo eh./ Eeeh/ somos campeones otra vez”. El coro se regó por la tribuna, al igual que el ingreso de centenares de hinchas relegados en la calle. Entre el tumulto, Molina solo sonrió. “Perdí las monedas”, dijo, pero no le importó, ahora se alista para ver a Peñarol.