A pocas semanas para que se inicie el torneo de Selecciones más importante de Europa, los organizadores ya alistan los operativos de seguridad y movilidad.
La industria hotelera espera la llegada de más de un millón de personas provenientes de todo el mundo para mirar los cotejos correspondientes a la Copa de Europa, que congregará a 16 países.
Esta edición será inédita. Por primera vez en la historia del torneo, dos países de el ex bloque del Este serán los encargados de organizar este espectáculo.
Por ese motivo, Polonia y Ucrania han acelerado la entrega de obras. El objetivo es satisfacer al máximo las exigencias planteadas por la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA) y su presidente, Michel Platini.
El francés había advertido hace dos años sobre los retrasos en la seguridad de los estadios y llegó a plantear la posibilidad de cambiar la sede del evento a Escocia.
Ese tema está causando numerosos dolores de cabeza en los anfitriones, que buscan protegerse contra ‘hooligans’ y terroristas, que han amenazado con su presencia en la competición.
¿Es segura para los aficionados la que será la mayor competición deportiva en el bloque ex soviético desde los Juegos Olímpicos de invierno de Sarajevo 1984?
Los organizadores aseguran tener todo bajo control, pero la presión de los entes reguladores hace dudar sobre el efectivo control que se deberá realizar.
Esto tiene sus antecedentes en la instalación de los sistemas de vigilancia y el número insuficiente de perros policías para la Copa en Ucrania, uno de los organizadores, que además tendrá la sede de la final, en Kiev.
“En el sector de los transportes, hay problemas con la instalación de los sistemas de vigilancia y hay un número insuficiente de brigadas caninas”, admitió Andri Kliouev, miembro del consejo de seguridad de Ucrania.
Kliouev explicó que, en colaboración con la Interpol, Ucrania tiene como objetivo evitar que los ‘hooligans’ causen problemas durante la competición. El Ministerio del Interior de ese país ya ha pedido los datos sobre los aficionados que causan incidentes dentro y fuera de los estadios. Ellos no podrán ingresar al país, mientras se realice la Eurocopa.
La ex República soviética aumentó considerablemente las medidas de seguridad en Kiev, Jarkov, Donetsk y Lviv. En la capital se retiraron todos los cubos de basura de la plaza de la Independencia (Maidan), centro de la zona de aficionados. Esto debido al atentado ocurrido en Dnipropetrovsk el 27 abril, en el que 30 personas resultaron heridas por la explosión de bombas en contenedores de basura.
Los organismos de derechos humanos también han acusado a la Policía ucraniana de usar fuerza excesiva contra sospechosos. Amnistía Internacional instó a Ucrania que ponga una legislación para detener esas violaciones policiales durante el torneo.
En Polonia todo estará custodiado: en las fronteras habrá funcionarios de aduanas y Policía para supervisar de cerca a los viajeros. Lo mismo ocurrirá en aeropuertos y grandes estaciones. “En la práctica no habrá ninguna restricción”, aseguró el ministro de Interior polaco, Jacek Cichocki.
En total se establecerán 254 puntos de control fijos y otros móviles. Más de 10 000 oficiales polacos, cerca de una décima parte de la fuerza total de la Policía, estarán vigilando directamente en los estadios, zonas de aficionados y hoteles. El espacio aéreo sobre los estadios de Varsovia, Gdansk, Wroclaw y Poznan tendrá sensores para prevenir un ataque con armas biológicas o químicas.
A través de las normativas de la UEFA, los países que acogerán a la competición ya han estandarizado normas para el consumo de tabaco y licor en los estadios.
Por ejemplo, la Rada Suprema (Legislativo) de Ucrania prohibió el consumo y la publicidad de tabaco en los estadios. Con la nueva ley, las autoridades ucranianas se proponen proteger la salud de los futbolistas y de los entusiastas que asistan a los partidos del torneo continental de naciones.
Pese a los operativos de seguridad y las leyes endurecedoras en contra de los ‘hooligans’, Polonia y Ucrania también deberán enfrentarse a las críticas de la Unión Europea y de las asociaciones de Derechos Humanos.
Al igual que en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, las instituciones pudieran desencadenar un boicot al evento. Esto debido a la presión que afronta el Gobierno ucraniano para liberar de la cárcel a la ex ministra Julia Timoshenko, acusada de abuso de poder, durante su mandato presidencial.
La canciller alemana, Ángela Merkel y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, anunciaron que no viajarán al evento si Timoshenko continúa encarcelada.
Joseph Blatter, presidente de la FIFA, aseguró que la política “no debe interferir” en el deporte, en referencia a un posible boicot a Ucrania durante la Eurocopa por la encarcelación de Timoshenko.
El fútbol otra vez vuelve a estar empañado por la política en una Europa en crisis. Habrá que esperar para ver si Polonia y Ucrania tienen las capacidades necesarias para hacer que el torneo sea una fiesta para los aficionados de todo el mundo.