En medio del dolor de sus familiares y amigos, pero con un ambiente bullanguero de una jornada dominguera de fútbol en el Monumental, fue sepultado la tarde de este martes el cuerpo de Michael Murillo.
Este joven seguidor de Barcelona, de 20 años, falleció el último domingo, previo al Clásico del Astillero, en un enfrentamiento entre hinchas toreros y eléctricos en el Puente de la Unidad Nacional, en Durán.
Desde su domicilio, en la cooperativa Los Helechos del cantón ferroviario, el cuerpo de Michael fue sacado a las 15:00 en su última caravana.
Hubo camisetas y banderas del club guayaquileño, pitos, bombos, trompetas, platillos, cohetes al aire y cánticos a viva voz. No parecía que allí iba el cuerpo frío de un aficionado al que una bala en la cabeza le negó la posibilidad, el domingo, de festejar la goleada de su equipo sobre el Emelec.
El ambiente era como el tradicional de los partidos de Barcelona como local, cuando los fanáticos de Durán se reunían para marchar en grupo al estadio.
Unos 300 barcelonistas, integrantes de diversas barras, acompañaron el cortejo a lo largo de 4 km hasta el Cementerio de Durán, con escalas previas en las casas de su abuelita y de una de sus tías.
Cerca de las 18:00 el camposanto resultó estrecho pues sus escasos callejones no se dieron abasto para acoger a tantos acompañantes. Muchos optaron por subirse sobre los cuerpos de bóvedas. Cuando el féretro entró en la fosa los cánticos se convirtieron en lágrimas de dolor.
Pero de inmediato renació el espíritu barrista. “No se va, no se va, Michael no se va…”, fue el estribillo que retomó el ambiente barrista, como en la general ‘Carlos Muñoz’.