El año futbolístico se cierra con un dato tan veraz como el título de economista del primo Delgado: Ecuador está en la 13ª casilla del escalafón de la FIFA. Esto ha generado que muchos chiriboguistas lancen pirotecnia festiva, los analistas alaben el ‘progreso’ del fútbol ecuatoriano y que incluso muchos miren con un patriótico orgullo que Ecuador esté por encima de México, Francia y Brasil.
Patrañas. Se han mezclado las cosas pues la realidad indica que de ninguna manera Ecuador es más que Brasil, México o Francia. Si jugáramos un cuadrangular con esas selecciones, lo más probable es que la Tricolor quedaría al fondo.
En realidad, el ranking de la FIFA es una simple tabla que compara resultados de cotejos y títulos en determinados períodos, y solamente en el ámbito de las selecciones nacionales. Aquí no cuentan las ‘hazañas’ de los clubes, así que de entrada decir que este escalafón demuestra el ‘progreso’ del fútbol ecuatoriano es un disparate de manicomio. ¿En realidad se puede creer que el fútbol de Ecuador es superior al de México, Francia y Brasil? No lo es ni por volumen de equipos ni por capital ni por logros. Justo en el 2012, al campeón de Ecuador lo sacaron goleado de los dos torneos internacionales en que participó. ¡Qué progreso! En la Sudamericana, Ecuador estuvo representado por el tristemente célebre Poker del Terror, cuyo fracaso nos regresó a aquellas épocas en que festejábamos triunfos de partidos y no de títulos. Finalmente, el hecho de que el campeón al final del año sea un club con un déficit millonario tampoco indica la buena salud financiera de nuestro balompié, empeñado en la ridiculez de jugar todo un año con solo 12 equipos.
En cuanto a las selecciones, es cierto que Ecuador ha jugado muy bien en la parte final del año. Pero no le ha ganado a Brasil ni a Francia. Tampoco le ha ganado a ningún ex campeón del mundo. Ni siquiera le han pedido que juegue con ellos porque la Tricolor, seamos honestos, no llama la atención. El hecho de que las eliminatorias sean favorables al equipo de Rueda no quiere decir que ahorita mismo les ganamos a los de abajo del ranking.
A este escalafón hay que tomarlo como lo que es, un referente subjetivo que sirve para que, por ejemplo, por fin se pueda jugar con equipos como Portugal y dejemos los típicos duelos con los centroamericanos. Sirve para llamar un poco la atención, pero de ninguna manera oculta los pecados de nuestro fútbol, que son muchos.