Desde el ‘corredor polaco’, el volcán Nevado del Ruiz aparece como un gigante dormido apenas perceptible entre la bruma de la mañana.
A 102 metros de altura desde la superficie de la calle, el mirador de la Catedral Basílica de Manizales es uno de los mejores sitios para observar esta ciudad del centro-oeste de Colombia, de compleja topografía, escarpada y montañosa y que pareciera que crece en círculos concéntricos.
Llegar a la atalaya de la urbe es una suerte de test físico, dado que se requieren subir 472 escalones por gradas de piedra armadas en forma de caracol.
El templo neogótico, construido entre 1932 y 1939, con diseño y bajo la supervisión del arquitecto francés Julián Poltty, se constituye en uno de los atractivos turísticos de la capital del departamento colombiano de Caldas, de 770 000 habitantes y bautizada así por la ‘piedra del maíz’.
El nombre de la localidad es fruto de la imaginación de los arrieros antioqueños, con Manuel Grisales a la cabeza, que la fundaron en 1840, dice la guía turística Natalia Restrepo. Es decir, se trata de una de las capitales departamentales que no tiene fundación española. Y que ahora vive de la producción de café y del ganado y que se encuentra en medio del Eje Cafetero de Colombia.
¿Y qué más se puede observar? Desde el ‘corredor polaco’ también se divisa la estación del cable, un sistema de transporte masivo que se ha adaptado a la escarpada topografía. El pasaje vale USD 0,77. También es visible la iglesia de la Inmaculada Concepción, el templo más antiguo de Manizales y que data de inicios del siglo XX.