El libro ‘Otra manera de ganar’, escrito por el periodista Guillem Balagué, permite entender las claves del estilo que impuso Pep Guardiola para reconvertir al Barcelona en un equipo exitoso (14 títulos en cuatro años).
En 411 páginas, Balagué revela que el técnico no se sentía lo suficientemente bueno en su trabajo y que, con cada partido, estaba más lejos de seguir en la élite. Su drama lo afectaba -además- por la lucha que mantenía por las disputas con Mourinho.
Por esto, impuso ‘su otra manera de ganar’ que puede ser implementada por entrenadores, gerentes y cualquier persona que esté al frente de un equipo de trabajo. Aquí, algunas de las claves de Pep.
El estilo: Para Guardiola, era innegociable no esforzarse. Como lo indica Alex Ferguson en el prólogo del libro, el ibérico creó una cultura en la que los jugadores sabían que, si no se esforzaban, no seguirían en el club. El entrenador podía aceptar que un jugador se equivocara en un pase, pero no aceptaba que no se esforzara por recuperar la pelota.
Con estas premisas, su equipo ejercía una fuerte presión en el campo rival para recuperar la pelota y estaba obligado a entregar un pase antes que despejar el balón. Por esto, advierte Ferguson, el estilo disciplinado del Barca y la ética de trabajo se han convertido en un sello distintivo del liderazgo de Pep.
El sentido de pertenencia: Los jugadores estaban dispuestos a esforzarse el doble de sus capacidades porque creían en lo que les decía el técnico y se sentían identificados con el modo de jugar. “Saldremos y jugaremos a nuestra manera”, repetía el entrenador en las charlas.
Los futbolistas aceptaban ese discurso porque conocían el porqué de las cosas. Pep explicaba cómo se abriría una defensa, las debilidades del adversario y la fortaleza del equipo para vulnerar los obstáculos en la cancha.
La gestión del talento: Guardiola permanecía pendiente de las preocupaciones de los jugadores por su cuenta o con ayuda de otras personas. Se preocupaba por dar explicaciones a cada jugador de sus decisiones. En este punto tuvo problemas con Zlatan Ibrahimovic, a quien llegó a ignorarlo en el vestuario.
Guardiola también se preocupaba por dar ejemplo. Era el primero en llegar y el último en marcharse del trabajo.
Una cosa que he observado de Guardiola -crucial para su inmenso éxito como entrenador- es su gran humildad. Jamás ha intentado presumir de nada; siempre se ha mostrado extremamente respetuoso, y eso es muy importante. (…) Como entrenador es muy disciplinado, sus equipos salen al campo muy bien preparados y, gane o pierda, siempre muestra la misma actitud elegante y modesta.