Cientos de periodistas pelean por una palabra suya. Se arremolinan salvajemente. Se empujan unos a otros. “¡Salí del cuadro!”, le grita un camarógrafo a un fotógrafo que no se inmuta. Hay que pedir, casi por piedad, que den paso porque allí cerca están unos niños de programas que tiene Unicef en Argentina.
Nada de eso parecía perturbar a Lionel Messi, en el complejo de Ezeiza. A veces miraba al piso, o cruzaba alguna palabra con los de Unicef. Mantenía la calma, aunque a momentos abría sus ojos que parecían no dejar de sorprenderse al ver la locura que genera, algo a lo que debería estar acostumbrado.
Nunca un jugador argentino conoció algo así, ni siquiera Diego Armando Maradona. “Hay que ubicarlo en el tiempo”, dice Ernesto Cherquis Bialo, hoy vocero de la Asociación de Fútbol Argentino, pero en otrora periodista de la época de oro de la revista deportiva El Gráfico.
“Con tantos medios que hay ahora, la ecuación es esta: en la época de Maradona había un espacio donde los editores seleccionaban qué editar; ahora, en cambio, piden material para editar porque el espacio supera el material que tienen”, añade y señala a por lo menos unos 150 periodistas: “Todos quieren la exclusiva”.
Con Messi, el fútbol parece de una sola persona y no un juego colectivo. Es a él a quien buscan todos. Habló Javier Mascherano, habló Pablo Zabaleta y habló Federico Fernández, pero cuando alguien dijo “va a hablar Messi al otro lado”, levantaron sus bártulos y ahí quedaron los jugadores.
Messi abrazó a los niños, se dio tiempo para hablar, firmar autógrafos y tomarse fotos con cada uno de ellos. Se rió al ver que se sentó al lado de un niño que tenía su camiseta del Barcelona. Cuando ya se tuvo que ir, bajó la cabeza y no respondió a ninguna de las preguntas ni atendió a los gritos que de lejos le pedían “Leo, una palabrita”.
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“Al otro lado”, una valla separaba a los periodistas. Cada uno trataba de abrirse paso hacia el centro, como en un concierto de rock se busca la primera fila. Finalmente, los empleados de la AFA se dieron cuenta y decidieron que lo mejor era hacer una conferencia en la sala de prensa.
Durante la práctica Messi maravilla, aun cuando el técnico Alejandro Sabella detiene constantemente el juego para dar indicaciones. ‘La Pulga’ siempre tiene algo para ofrecer: una gambeta que casi nunca está demás o uno de esos arranques explosivos o esos ingresos en diagonal que casi siempre terminan en gol. Cerca suyo está Sergio ‘Kun’ Agüero, su compañero de ataque en el partido contra Ecuador, con quien trata de armar paredes. Esta será una dupla de cuidado para los ecuatorianos, este sábado.
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Ya adentro, luego de una hora de fisioterapia, Messi se abrió a los medios. Allí tampoco pareció sufrir alteración alguna. Se rió cuando una periodista del programa humorístico ‘Caiga quien caiga’ le preguntó qué preferirá, si ganar por goleada o con un gol en el último minuto. Aunque nadie se rió, Messi sonríe. En la interrogante se incluía una alusión a su próxima paternidad. “No entiendo tu pregunta”, dijo y entonces sí todos rieron.
“Prefiero ir ganando por goleada para estar más tranquilos durante el partido”, contestó finalmente ante las decenas de periodistas. Es el hombre de Argentina, al que todos quieren ver y el que todos los argentinos, casi sin excepción, esperan que brille de una buena vez y de manera constante con la Selección.