La gesta de Liga de Quito en Asunción es el bálsamo perfecto que la U necesitaba para disimular su mal año. En realidad, el cotejo con Libertad resume casi con fidelidad la temporada de los azucenas: un primer tiempo anodino, sin posesión del balón ni vocación ofensiva; un segundo tiempo con una actitud renovada pero con un gol en contra por una desconcentración, y un cierre épico, gracias a la incontestable jerarquía de los pupilos de Bauza en los penales, ‘Dida’ incluido. Estamos en la fase heroica.
El paso a la semifinal de la Sudamericana recompone el panorama de un equipo que parecía condenado a no ganar nada. Bueno, Liga aún tiene las manos vacías, pero al menos el DT Bauza puede decir que dio pelea en la segunda fase, que hizo trizas al Barcelona del pretencioso Zubeldía, que bailó a Emelec con suplentes y que puso en aprietos al Quito. La eliminación de Independiente de Avellaneda y luego de Libertad –uno de los mejores equipos de América del Sur- en la Sudamericana pone a Liga en su tercera semifinal consecutiva, un logro que sustenta la vanidad de los albos, que se consideran el mejor equipo del país en el exterior. Lo son, sin duda, incluso en épocas malas, como ha quedado demostrado.
Pero esto no debería borrar los errores de inicios de año, las malas contrataciones foráneas (excepto Barcos, el mejor jugador del Campeonato), el pecado de no haber encontrado algún juvenil confiable como titular, los partidos pésimos y el papelón de dos derrotas con Emelec en la primera fase. Lo peor para la U fue perder con Vélez en la Libertadores, en un cotejo que pareció poner punto final a una era de logros: Liga no deja de ganar títulos internacionales desde el 2008 y Vélez le dio un baile doloroso en la Casa Blanca. Pero el fútbol concede revanchas, a veces demasiado rápido, y Liga podrá ajustar cuentas con Vélez. Se verá si la ‘U’ tiene jerarquía (y plantilla, por la maratón de partidos que le espera) para sacar a Vélez de la final y cerrar con gloria un año que pintaba para el olvido.
Mención aparte merece el arquero Alexander Domínguez, de quien algunos se burlan por su supuesto acento colombiano, sin conocer su origen humilde ni su esfuerzo para llegar adonde está. Domínguez, que nació en una localidad olvidada y donde las nacionalidades, ecuatoriana y colombiana, se evaporan en la lucha diaria por vivir, es más ecuatoriano que muchos.