Giovanni Garófalo, de 38 años, se encontraba sentado en la ventana de su vivienda ubicada en las calles Sucre y Babahoyo, en el centro de Guayaquil.
Era 1979 y Garófalo tenía 5 años. Junto a él se encontraba un hermano menor. Ese día su papá les hizo una pregunta a los dos muchachos: “¿Emelec o Barcelona?”, recuerda que les consultó. “Emelec”, le contestó. Su otro hijo le respondió: “Barcelona”.
Entonces Giovanni se convirtió, en ese momento, en hincha de Emelec. Pero su debut oficial como seguidor eléctrico fue cuando tenía 8 años y su papá, curiosamente hincha albo, lo llevó a un compromiso entre Emelec y Liga de Quito, en el estadio Modelo.
Algo anecdótico: ese partido, en lugar de ratificar la afición de Giovanni por Emelec, hizo que cambie de gusto por el color blanco. En ese cotejo los azucenas ganaron. “Abrí los ojos”, dice Garófalo.
Desde allí heredó el gusto por la camiseta alba y lo contagió a sus hijos Carlos, Diego y Giovanni. Todos guayaquileños. Incluso la mascota de la casa, Hachi, un perro schnauzer, tiene su camiseta.
La única que no es liguista es su esposa, Janinna. Ella es hincha de Barcelona desde pequeña, pero su gusto por el equipo canario no raya en el fanatismo.
Ella bromea y dice que le gusta Claudio Bieler, de Liga. Le parece guapo. Sus hijos y su esposo han intentado en varias ocasiones convertirla en hincha de Liga a cambio de una camiseta autografiada por el goleador, pero todavía no lo han logrado.
Su hijo Giovanni sí es fanático merengue. El año pasado y, por su afición, hizo una monografía sobre los mejores jugadores de la historia de Liga y sus hazañas.
Gracias a ese trabajo, pasó a cuarto curso en el Colegio Logos Academy. Ellos no irán al estadio mañana a ver el partido entre Liga y Barcelona. Son mormones y el domingo, para ellos, es un día que se guarda para el reposo.
Ser hincha de Liga es una herencia entre los Vélez
En la familia Vélez – Fernández, la afición por Liga de Quito se hereda. Es de un tesoro que se cuida con rigidez y disciplina.
Javier Vélez, su esposa Karina Fernández y sus hijos Ismael (8 años) y Josue (17 años), viven en Guayaquil desde hace seis años, por negocios. Todos son quiteños y seguidores del equipo azucena.
Javier heredó el gusto por la divisa alba de su padre Daniel Vélez, un cuencano que desde pequeño se radicó en Quito. Su pasión por el conjunto azucena empezó en las gradas del estadio Olímpico Atahualpa, en Quito.
Su papá lo llevaba a la preferencia de ese escenario a mirar, en esa época, los reñidos clásicos del pueblo entre Liga y Aucas. Asistió a algunos cotejos en su niñez.
No recuerda con exactitud a cuántos asistió, pero sí que su pasión aumentó una tarde a mediados de 1979 cuando su padre le regaló una camiseta de la ‘U’ que compró fuera del estadio. “Ese día me convertí en hincha”, dice rodeado de su familia, en un departamento al norte de Guayaquil.
Liga está en cada rincón del departamento de los Vélez – Fernández. Hay dos camisetas que la familia cuida como una reliquia. Una negra de 1990 y la que utilizó el equipo en la final de la Recopa Sudamericana del 2010 ante Estudiantes de la Plata, una de las cinco estrellas internacionales.