La Navidad en el valle del Chota se vive de forma distinta. Los ruidos de vehículos no encajan para nada en lugares como el Juncal, Carpuela y Piquiucho. En esos pueblos, la Navidad adopta el sinónimo de fiesta y es común ver en las calles a gente bailando salsa, mientras saborea un plato de comida. No hay muchos árboles de Navidad y tampoco se escuchan los famosos villancicos.
En el ambiente se siente la alegría de sus pobladores, todos sonríen y son amables para explicar cualquier requerimiento de los visitantes. Les gusta tanto que visiten sus pueblos que incluso abren las puertas de sus casas y ofrecen la tradicional chicha (hecha de arroz y de frutas).Al conversar con la gente, uno se da cuenta que hay dos características básicas que los identifican: dicen ser familiares de algún futbolista y conocer de fútbol, argumentos que ellos sostienen porque en todas partes hay personas pateando una pelota vetusta o nueva.
Esos dos requisitos los cumplió nuestro guía, Jixon de Jesús Borja, niño de 11 años, quien sueña en convertirse en futbolista profesional, al igual que su tío Omar de Jesús, quien milita en el Barcelona de Guayaquil.
Así, con Jixon en la furgoneta gritando por todas partes que quería un pasaporte para ir a Brasil, a las 16:52 de anteayer, comenzamos el recorrido por las calles de tierra que tiene el Juncal. Después de recorrer unos 300 metros por la calle principal, divisamos a lo lejos una casa verde de dos pisos que se diferenciaba de las otras. En los exteriores tiene mejores acabados, aunque no se excedía en lujos. Era la casa del futbolista Joffre Guerrón, quien juega en el Atlético Paranaense del fútbol brasileño.
Afuera de la vivienda estaba estacionado un automóvil Nissan Armada, que tenía abierta la cajuela, desde la cual se divisaban sus parlantes Kicker, en donde salían melodías a todo volumen del grupo de rap Sol Naciente. Guerrón forma parte de este grupo cuando no está jugando al fútbol. En el patio de la casa, los siete hermanos y los 18 sobrinos del futbolista disfrutaron de una parrillada que incluía carne, pollo y vino. Mientras preparaba la comida, los niños jugaron un partido de fútbol en una especie de estacionamiento aledaño a la casa.
El extremo derecho del Atlético Paranaense, quien vestía una camiseta del Ceara de Brasil, un jeans corto y zapatillas, dijo sentirse feliz por volver a la tierra que lo vio nacer. “Aquí uno está sin poses, como uno es en la realidad. Me encanta sentir el cariño de mi gente”, argumentaba, mientras también se daba tiempo para jugar fútbol con sus sobrinos.
Pero los que vivieron una Navidad distinta en su tierra fueron Édison Méndez y Jairo Campos, quienes decidieron bautizar a sus hijos más pequeños, Francis Jordana y Brenon, en ese orden. Los dos jugadores del Atlético Mineiro no tuvieron otra opción que vestirse un poco más formal para la ocasión.
Así ‘Kinito’ abordó su Audi A5, en el Juncal, y se trasladó a la iglesia de la vecina Carpuela, en donde se encontró con Jairo Campos, quien tenía estacionado su Chrysler negro frente a la puerta de entrada.
La iglesia de Carpuela es igual a la de todos los pueblitos de la sierra. No muy grande, de color blanco, con la cruz en la punta más alta. Por dentro tampoco difiere mucho, un Jesús del Gran Poder gigante acompañado de un pesebre por las festividades. Sin embargo, su particularidad es una campana que se la hace sonar cada vez que el padre hace una pausa en la misa.
Ya eran las 18:30 cuando la misa finalizó. Édison Méndez no habló mucho pero alcanzó a decir que estaba contento de volver al Chota y que de ahí no lo sacaba nadie hasta el 4 de enero, fecha en que tiene que regresar a Brasil. Jairo Campos invitó a sus amigos a la fiesta que organizaron los dos jugadores. Ahí cerca de la 01:00 se esperaba que se presentaran grupos de bomba.
Ese escenario se repitió ayer con las reparticiones de caramelos de Omar de Jesús y de Ulises de la Cruz a los niños del Chota. Así son las horas en estos días en el Juncal, donde el fútbol es una de sus principales actividades.