Orlando Narváez aún conserva el carné de Luis Antonio Valencia con fecha de emisión del 4 de septiembre del 2001. En aquel año, el volante formaba parte del plantel Sub 16 de El Nacional. Era un jugador delgado, que pesaba 123 libras (hoy pesa 171 libras )
Narváez fue uno de los entrenadores del equipo criollo que contribuyó a pulir el talento del mediocampista que hoy brilla en el Manchester United inglés. Él lo dirigió en las categorías Sub 16, 18 y 20, hasta que debutó en Primera, en el 2003, con 17 años.
En este equipo potenció su velocidad, dominio de balón y aplicación táctica. Sus principales deficiencias fueron el control con la pierna izquierda y el cabeceo. “Pero su actitud positiva fue su mayor virtud”, recuerda Narváez.
En las divisiones menores de El Nacional siempre se desempeñó como volante de marca, de proyección por el costado derecho y hasta de lateral, tal como lo hace ahora en el fútbol inglés. En el complejo de Tumbaco, sitio de prácticas y concentración de los criollos, todos lo recuerdan por su dedicación y sencillez.
La infraestructura del complejo ha cambiado. Ahora los chicos que llegan a El Nacional en busca de un mejor porvenir gozan de mayores comodidades. Las habitaciones son más amplias.
“Valencia es un ejemplo de éxito que se puede conseguir con dedicación”, sostiene Fernando Baldeón, entrenador que también lo dirigió a los 17 años.
La rutina de ‘Toño’, como es conocido, consistía en entrenar durante las mañanas y descansar en las tardes. Él residía en una habitación del complejo, que la compartía con Pedro Quiñónez, hoy su mejor amigo. Los dos ascendieron juntos al plantel principal.
Muchas veces, Valencia asistía por su cuenta a entrenarse en las tardes con los chicos de categorías menores, recuerda Quiñónez, hoy capitán y volante del Emelec.
El éxito de Valencia y de otros futbolistas que pasaron por El Nacional se convirtieron en ejemplos para motivar para la cantera.
La habitación número 16 de concentración de los juveniles lleva el nombre del futbolista amazónico, que este sábado jugará la final de la Liga de Campeones contra Barcelona español.
En la formación del ecuatoriano que milita en el Manchester también influyeron otros entrenadores como Pedro Perlaza y José Villafuerte, en el Caribe Júnior, equipo en el que jugó en su infancia; el brasileño Paulo Massa, el serbio Dragan Miranovic y el paraguayo Éver Hugo Almeida, estos tres últimos a su llegada al fútbol profesional en El Nacional.
Villafuerte recuerda una anécdota de Valencia cuando este tenía 14 años. En un torneo federativo, el volante formó parte de la selección de Sucumbíos. En esa época, su debilidad fue el control del balón con la pierna izquierda. Por eso lo pusieron a rematar a una pared con ese perfil toda una tarde y el fin de semana siguiente marcó un gol de zurda.
La ex figura criolla, Villafuerte, lo llevó a Quito para que su uniera a esta institución desde las inferiores, en el 2001. Allí, conversó con Narváez, quien lo aceptó con solo mirar sus cualidades.
Debutó oficialmente en filas militares con Massa, durante cinco minutos ante Deportivo Quito. Pero Miranovic fue un técnico determinante en la carrera de ‘Toño’. El técnico europeo, por recomendación de Narváez, le dio continuidad en la Serie A en el 2003. En aquel año, Valencia jugó 29 cotejos y recibió dos tarjetas amarillas cerca del final de la temporada ante Liga de Quito.
El serbio confió en las cualidades de Valencia como volante de contención. Él sacó de su puesto habitual a Juan Carlos Burbano, seleccionado de aquella época. Miranovic fue el primero que juntó a Valencia con Édison Méndez, en el medio campo.
Luego, en diversos partidos, puso a Valencia como lateral derecho y en el costado izquierdo. “Es un jugador que aprendió fácil y rápido. Tiene un movimiento garrinchero (así lo llama el DT por Garrincha, el ex astro brasileño) sorpresivo, cuando avanza por la derecha y se corta en diagonal hacia la izquierda. Esto ya lo hizo conmigo, pero que lo perfeccionó en Europa”, cuenta el serbio.
El DT de la Selección mayor de entonces, el colombiano Hernán Darío Gómez, se sorprendió con el talento de este joven futbolista. Por ello, lo invitó para que participara en los entrenamientos. En el 2004, el DT uruguayo Manuel Keosseian y el local Carlos Sevilla ratificaron la confianza en el jugador en El Nacional.
En el 2005, ‘Toño’ se revalorizó como titular con la llegada del técnico paraguayo Éver Almeida. Con él alcanzó su mayor rendimiento en el club. Fue convocado nuevamente a la Tri, que ya era dirigida por el también colombiano Luis Suárez, para disputar partidos de las eliminatorias.
Así, desde su aparecimiento en el 2003 en el profesionalismo, Valencia cumplió un proceso en El Nacional y en la Selección que le permitieron convertirse en un jugador de exportación. “Honestamente, no pensamos entonces que llegaría tan lejos. Tenía talento, lo pulimos, pero su techo deportivo llega más de lo que imaginábamos”, agrega Narváez, su mentor en Quito.