Fernando Mantilla, presidente de Deportivo Quito, habla del salto de calidad de los dirigentes de Pichincha y de los planes de su equipo para los próximos años.
Tres clubes de Pichincha se han repartido nueve de los últimos 10 títulos nacionales (el otro fue para el Deportivo Cuenca). ¿Qué ha cambiado en la dirigencia capitalina para que se haya producido esta racha?
Pienso que existe una coyuntura: cambió la cabeza en la Federación. Hasta el año en que la dirigencia de Guayas estuvo al frente, sus equipos lo ganaron todo, en la cancha y en la mesa. Además de ese cambio, equipos como Liga empezaron a fortalecerse institucionalmente y comenzaron a construir procesos. Liga es un buen ejemplo de cómo conducir un proceso exitoso en el campo deportivo.
El Quito era llamado ‘el equipo ingobernable’ por las peleas internas entre directivos…
¡Es que lo era! Deportivo Quito no había conseguido nada en 40 años. Cuando nos incorporamos a la dirigencia del Quito a finales del 2007, lo hicimos sabiendo que la debilidad del club era la falta de estabilidad. No había visión. No había un proceso a largo plazo. Sobraban los problemas económicos y las peleas entre dirigentes. Había 23 personas en la Comisión de Fútbol, lo cual era absurdo. Los jugadores se cambiaban cada año, venían 23 y se iban 23. Perdimos finales con Barcelona y Emelec porque los jugadores pasaban el próximo año al equipo rival. Llegó el caso extremo de que incluso se pasó el entrenador. Las triquiñuelas funcionan una vez, pero siempre prevalece el trabajo a largo plazo.
Ninguna universidad entrega un título de dirigente de fútbol. ¿Cómo aprender?
¡Equivocándose! Esto es prueba y error. Cuando llegamos en el 2008 con varios colaboradores ninguno tenía experiencia pero sí ganas de ayudar. Yo no me considero un dirigente de fútbol ni quiero hacer carrera en el fútbol. Para mí, la motivación fue devolver la dignidad a Deportivo Quito, devolver el orgullo a sus hinchas y hacer algo por la institución. Ya no vale quedarse en las gradas quejándose.
El Quito ha recuperado su protagonismo en el fútbol ecuatoriano, pero esto implica un sacrificio por parte de los dirigentes…
Totalmente. Cuando uno se mete en esto, sacrifica mucho en lo personal, en lo familiar, en lo económico, en lo laboral. Es desgastante. Pero lo importante para mí es dejar marcado un modelo, una receta que perdure cuando salgamos de la institución. El dirigente que entre a Deportivo Quito debe entrar a poner y no a sacar.
¿Se mira en el ejemplo de Liga?
Hay que saber reconocer los méritos de los demás y asimilar las buenas ideas. Liga le apostó a la estabilidad, al proceso; sus dirigentes le apostaron a la experiencia, a mantener a su entrenador por largo tiempo.
Rodrigo Paz, el líder histórico de Liga, ha sido un exitoso empresario. Usted también lo es. ¿Acaso ya se vuelve un requisito para triunfar como dirigente ser un empresario destacado o solo es una coincidencia?
Es necesario pero no es indispensable. Ayuda para darle una estructura organizacional al club. Cuando llegamos, lo primero que hicimos fue construir un esquema administrativo para Deportivo Quito. Por ejemplo, cuando llegamos no había contabilidad, no había nadie a cargo de los impuestos…
Y por eso han heredado los problemas con el Fisco…
Claro, porque no había ni un papel. Hoy existe una oficina, un departamento de contabilidad, uno de marketing y estudios de mercado, uno de comunicación; sabemos cómo ha evolucionado la hinchada, sabemos el nicho al que estamos dirigidos, sabemos contra quién competimos… Simplemente nos hemos manejado con un poco de criterio empresarial.
¿Usted es consciente de que forma parte del mejor período en la historia del Quito?
Bueno, sí es el mejor período. Hemos ganado tres títulos en cuatro años. Hemos disputado ocho torneos internacionales. La hinchada crece.
¿Hay un plazo para lograr algún éxito internacional?
En el 2008, la misión era que Deportivo Quito se sacara la pesada mochila de no haber conseguido títulos en 40 años. El hecho de que se diga que el Quito jamás será campeón afectaba a la institución. Pero el Quito aún no arregla su estabilidad económica.
O sea que el siguiente desafío es arreglar el tema financiero…
Tenemos dos desafíos. Uno es institucionalizar al club con una infraestructura importante. El Quito debe trabajar por su estadio. Eso es prioritario. Segundo, debe conseguir un ingreso permanente para que la institución deje de hacer ‘gimnasia bancaria’ permanentemente.
Entonces la Libertadores no es prioridad para el 2012…
Nuestro objetivo inmediato es empezar un recambio generacional, a pesar del riesgo de no conseguir un título en el 2012. Claro que jugar la Copa sirve para ilusionarnos y esperamos hacer una buena participación, pero hay que reconocer las limitaciones. Para competir con éxito en torneos internacionales necesitaríamos un plantel como el que tienen los equipos finalistas, que rinda para el exterior y para el torneo local. Se necesita una plantilla larga, de experiencia y jerarquía. Nuestro plan es aportar por la juventud. Estamos convencidos de que, si en un par de años contamos con un estadio y con una importante base nacional de jugadores, el Quito tendrá una nueva era dorada desde el 2015.