El estadio Soccer City (calabaza resonante) fue testigo de cómo el equipo de España se abrió paso en el glorioso mundo de los campeones. El equipo español se sumó ayer al célebre club de los ocho países que alguna vez alzaron la Copa del Mundo.
El desenlace fue dramático, casi fatal, como el inicio del certamen, cuando lamentó una inesperada caída con Suiza.Pero el triunfo no fue fácil, porque Holanda claramente vio el partido de España ante Alemania y no quisieron cometer los mismos errores. Lo leyó bien el técnico Bert van Marwijk. Paró mucha gente en mediocampo a veces una línea de cinco que no dejaba triangular a Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Xabi Alonso.
Después de 90 minutos guiados por la paridad, España quebró a Holanda a cuatro minutos del cierre del tiempo suplementario. No podía ser otro que un hombre del FC Barcelona, el héroe que le dio el título por primera vez a un país que empujó su esperanza en este equipo, que unificó a españoles y catalanes. Fue Iniesta, el del gol sublime, el del remate que será leyenda.
A España le incomodó el partido de pico y pala. En cambio, Holanda reacomodó sus piezas y el estado de batalla les sentó mejor a sus jugadores. Pero el problema estalló cuando el árbitro expulsó a John Heitinga y dejó al conjunto ‘oranje’ con un jugador menos, con 12 minutos por delante.
A España se le abrieron los espacios, y Cesc Fábregas habilitó a Iniesta, que definió ante el buen arquero Stekelenburg y marcó el gol histórico.
Por un momento, el combinado de Holanda extravió el aire poético que lo suele caracterizar y se entregó al choque físico. Evitó que España ejerciera el dominio de la pelota con constantes interrupciones y faltas innecesarias, algunas demasiado bruscas.
A los 28 minutos del primer tiempo, Nigel de Jong debió irse a las duchas después de una tremenda patada en el pecho a Xabi Alonso. El árbitro inglés Howard Webb ya había sido bastante tolerante y benévolo con Mark Van Bommel. Pero compensó al perdonar a Carles Puyol, a ocho minutos del cierre, cuando Arjen Robben se escapaba para enfrentarse con Íker Casillas, que siempre respondió con seguridad.
España, que había comenzado mejor, respetando la sintonía de su juego que lo guió hasta la final, se embarulló con tanto raspón y cepillo. Así, el fútbol se llamó a retiro por un instante prolongado, en el que dominaron patadas, exabruptos y hasta gestos pocas veces vistos. Sorprendió a todos lo de John Heitinga, que casi marca al devolverle la pelota a Casillas tras una gentileza para que Puyol fuera asistido por los médicos.
Al partido se le fueron cerrando los caminos. Los dos equipos intentaron por las bandas como por el centro. Lo mejor de España estuvo en dos cabezazos de Sergio Ramos y un remate de cachetada de David Villa. En la segunda parte, a España le costó más y se acercó a partir de una pelota parada.
En Holanda, Robben y Wesley Sneijder siempre fueron inquietantes, hasta cuando retrocedieron para dar una mano en la recuperación. La mejor oportunidad la tuvo Robben, habilitado por un pase fino de Sneijder. Sin embargo, el delantero de Bayern Munich perdió en su duelo con Casillas, que salvó con el pie derecho. Fue la atajada del Mundial.
La celebración será eterna. En el primer Mundial en el continente africano, España consiguió su primer título. Este equipo logró lo que no pudieron otras generaciones de estrellas, como las de Butragueño y Di Stéfano. España encontró en Sudáfrica su hora más gloriosa y dulce.
Finalmente, el toque español encandiló, brilló y apareció cuando lo necesitaron, contra Chile, Paraguay, Alemania y por supuesto en la final ante Holanda. Y fue uno de sus mágicos el que apareció: Iniesta, un monstruo que le puso la corona a la copa.