La FIFA anunció que el estadio Olímpico de Río iba a ser el escenario del entrenamiento de la Selección de Tahití. A la hora señalada (16:30 del martes) no había nadie en el estadio. Pero 15 minutos después, un bus oficial se dirigió al interior del escenario, no a la cancha principal, sino a un campo anexo.
Con uniforme rojo, los tahitianos empezaron a desfilar hacia el campo, para entrenarse antes de su choque de hoy por la Copa Confederaciones (14:00 de Ecuador) con España, el campeón mundial, puesto 1 en el escalafón FIFA, 137 escalones arriba del que ellos se encuentran.
Los tahitianos arribaron con sencillez, casi timidez, sin el aspaviento del resto de selecciones que están en este torneo. Apenas tienen protección policial, algo impensable para, por ejemplo, su rival de hoy.
El mundo, a esta altura, ya sabe que este combinado oceánico tiene apenas un jugador profesional, el zaguero Marama Vahirua, y que el resto son choferes, guías de turismo, personas sin empleo…
Pero lo que le contó Olivier Huc, oficial del equipo, a EL COMERCIO resulta novedoso. Como los jugadores debieron dejar sus trabajos por tres meses para prepararse para la Copa, entre la Federación Tahitiana y varias empresas del país hicieron una colecta para pagar USD 1 200 a cada uno, incluidos los ocho desempleados.
El golero Mikael Roche ratifica que esta suma le fue entregada cada 30 días y por eso pudo dejar su trabajo como profesor de educación física. Con un español impecable, aprendido en la escuela, Roche dice que su sueño siempre fue ser futbolista, como lo fueron su padre y su abuelo. Todos ellos, amateurs.
Precisamente, ese amateurismo es su mayor orgullo. “Nosotros somos los representantes en esta élite de los 250 millones de futbolistas aficionados que, según la FIFA, hay en el mundo”, dice el jefe del equipo Huc. Él es quien antes de terminar la práctica preguntó a los medios con qué jugadores querían entrevistas, tomando en cuenta que solo cuatro de ellos hablan inglés. El resto, francés y tahitiano.
Pero aparte del guardameta Roche ,el otro que habla español es el chileno Efraín Araneda, quien empezó como futbolista en Universidad Católica y llegó a jugar en el fútbol de Bélgica.
Hoy, es guía de turismo en Tahití, adonde fue a parar por recomendación de una tía.
El araucano, ya nacionalizado en Tahití, está en recuperación de la rodilla. No podrá jugar la Copa, pero fue convocado. “Creo que frente a Nigeria pudimos hacerlo mejor. Nuestros errores facilitaron la tarea al rival, vamos a mejorar cuando los corrijamos”, recapitula.
Araneda usa, como sus compañeros, ropa de la marca Nike para jugar y entrenar, sin embargo, esta marca no patrocina a la Federación, sino que esta entidad debió comprar todos los implementos. Ningún proveedor se interesó en estos antihéroes del fútbol.
Pero la FIFA veló por ellos. Aportó USD 800 000 para la preparación del actual campeón de Oceanía, además de que liberó los derechos de TV para que en el país se pueda ver el torneo.
En Río, hay cuatro periodistas con la Selección: dos de la TV, un fotógrafo y un redactor de un diario. Para las horas previas al partido tenían pensado hacer algo de turismo, visitar el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar. Ya no lo harán, pues tienen miedo de perder mucho tiempo por el tráfico. Se conformaron con una mañana de playa en Barra de Tijuca.
España les provoca reverencia. El zaguero Jonathan Tehau, autor del gol del descuento ante Nigeria, dijo que era hincha de Barcelona, y que hoy, en el Maracaná se iba a encontrar con Iniesta o Fábregas, “pero creo que ellos no querrán hablar conmigo”. Él, como el resto de sus compañeros, cambiaron las camisetas con los nigerianos en Belo Horizonte y sueñan con hacer lo mismo hoy con los españoles.
El fútbol en este archipiélago provoca tanta pasión como el va’a, una modalidad de canotaje. Pero después de esta Copa aspiran a elevar el nivel y, quién sabe, buscar un puesto en Rusia 2022.
“Vinimos a aprender” no lo dijo solamente el ‘Bolillo’ Gómez, sino también su colega tahitiano Eddy Etaeta, 10 años después. Y vaya que su equipo lo está haciendo con este roce al más alto nivel.
USD 800 000 recibió Tahití de la FIFA. Además, se abrió la señal de televisión.