Los técnicos de fútbol también pueden cumplir funciones de amigos, consejeros e incluso psicólogos de los futbolistas. La convivencia entre los jugadores juveniles y profesionales del torneo ecuatoriano, en algunos casos, sobrepasa los límites de la convivencia de un entrenamiento, una concentración o un simple partido del torneo.Pablo Ochoa es un delantero orense, de 18 años, que tiene un contrato con Universidad Católica de la Serie A, hasta diciembre de este año. Hoy alterna en el equipo profesional y de reserva, pero tiene un sueldo fijo y un empresario (Dragan Drascovic) que maneja su carrera.
Él se aventuró a abandonar Machala a los 14 años, pese a la oposición de sus familiares. Ochoa jugaba en el equipo Fuerza Amarilla de la Segunda categoría y también era seleccionado de El Oro. Aun así, creía que si continuaba en su provincia no llegaría jamás al fútbol de Primera división.Entonces viajó a Quito para probarse en el plantel albo. Ahí encontró al entrenador Gustavo Vásquez. El ecuatoriano vio al juvenil en la cancha de Pomasqui y se sorprendió. “¿Seguro que el muchacho tiene 14 años? Está muy grande para esa edad”, dijo Vásquez a Líder Ochoa, padre del futbolista.
El progenitor del jugador orense asintió y respondió. “Solo la pinta tiene de grande. Pero a él aún le gusta jugar con carritos”, dijo y se echó a reír.
Ochoa pasó la prueba y se unió a la categoría Sub 15. Pero fue relegado a la suplencia el primer mes. El jugador no soportó la suplencia y reclamó al entrenador. Entonces Vásquez habló con el joven. “Esto no es de un día para el otro. Tienes que aprender a calmar tu temperamento. Solo así podrás llegar a Primera”, le dijo.
Luego, se consolidó como titular y Vásquez le puso especial atención. Las pláticas individuales eran constantes. El delantero fue convocado para la Selección que jugó en los Panamericanos de Brasil, en el 2007. Y después de esa experiencia, decidió no regresar al conjunto albo.
Ochoa llamó a Vásquez y le pidió consejos. El DT le pidió que no abandonara el plantel. Recuerda que comparó a Liga con una universidad. “Aquí, te podrás graduar de futbolista profesional. Si vas a otro equipo solo te quedarás en la escuela”, le dijo a través de la línea telefónica.
El atacante rememora que fue un consejo oportuno. Aún así, no lo escuchó y decidió salir del país con la asesoría del empresario uruguayo Luis Aguerre.
El agente FIFA llevó al jugador a Montevideo para jugar en el Atlético Uruguay. En ese país, no se sentía bien y, a los seis meses, decidió retornar al país. Llamó a Aguerre y le dijo que “se regresaba a Ecuador”. Compró un boleto de avión y volvió al país.
En la capital se reencontró con su padre. Su progenitor logró que el futbolista se incorporara en el 2008 a Universidad Católica, club en el que continúa este año.
También volvió a ver a Vásquez, con quien compartió pláticas y parrilladas cuando jugó en el conjunto universitario.
Sus ocupaciones los alejaron. Pero el año pasado, Ochoa sorprendió a su ex entrenador. Lo observó en la calle Amazonas y cubrió los ojos con sus manos. En el reencuentro, el ariete volvió a pedir ayuda. Necesitaba motivación, dice. Vásquez ahora está en Ambato. Es asistente de Renato Salas, en Técnico Universitario. Pero la amistad se mantiene…
Édder Vaca superó con el DT Pinto el temor a una lesión
La posibilidad de una lesión es el principal temor de los futbolistas aseguran los entrenadores. Eso le ocurrió a Édder Vaca, el mediocampista del Independiente del Valle, a inicios del año.
El guayaquileño tenía miedo de volver a jugar porque sufrió una lesión que lo apartó de las canchas cerca de ocho meses. El mediocampista sufrió la lesión en LDU, el año pasado.
Por eso, constantemente llamaba a su ex entrenador y amigo Janio Pinto. El brasileño recuerda que actuaba como una especie de consejero. “A Édder le decía que manejara la presión y aguantara. Le decía que debía tener más calma”.
La lesión impidió que el futbolista jugara en el plantel dirigido por el uruguayo Jorge Fossati. Por eso, llamó a Pinto. El técnico le dijo: “Tú tienes que venir a jugar a Independiente”.
Esa aspiración se concretó este año. Pero Vaca tenía miedo de jugar. El entrenador esperó dos meses e hizo debutar al futbolista, quien se consolidó de titular.
La relación no es reciente. Pinto hizo debutar al guayaquileño en Primera hace cuatro años, en el Deportivo Azogues. El estratega brasileño lo observó en un entrenamiento de Emelec en Guayaquil y pidió a la directiva su contratación. Vaca viajó solo a Azogues. Por eso, constantemente visitaba al técnico brasileño, luego de los entrenamientos. Ambos compartían luego de las prácticas y se volvieron muy amigos.
Pinto y Vaca compartían asados en la capital de Cañar. Hoy Pinto ya no dirige al Independiente, pero aun así las conversaciones se mantienen. “Él me ha motivado y me ha ayudado”, dice sonriente el mediocampista.
Pinto, ahora, también recibe llamadas de Júnior Ayoví (un ex pupilo en el Azogues) y de jugadores del Independiente… Ellos le piden ayuda motivacional.
Martínez se volvió muy amigo de sus entrenadores
Nelson Martínez es el juvenil titular de la ‘U’. El recuerda con aprecio a Gustavo Rosero, su ex técnico en la categoría Sub 16 del equipo albo.
Martínez llegó a la ‘U’ a los 10 años, pero en la Sub 16 llegó a ser capitán con Rosero. Dice que el entrenador le ayudó a evitar los temores. “Me aconsejaba y me decía que sí podía llegar al equipo de Primera”. Víctor Botaniz, el entrenador argentino que dirigía las formativas el año pasado, también fue su consejero y su maestro.
Los entrenadores se convirtieron en sus amigos. Incluso, con el preparador físico Byron Flores suelen caminar por la ciudad. “Me acompañaba continuamente. Se convirtió en un amigo”.
Diego Quintanilla, Alexander Pavón y Danny Vaca también solían pedir consejos al DT Gustavo Vásquez. El entrenador ecuatoriano suele ver a sus pupilos en los partidos. A Vaca lo suele ver en los juegos de la UTE.