Parece que el luto por el ‘Chucho’ está mutando en una especie de anticipada coartada mundialista. El técnico de la Selección no deja de expresar que el fallecido atacante era “el único delantero de jerarquía y recorrido” que teníamos para el Mundial.
Y, claro, si los goles no llegan en Brasil, se dirá que el ángel de la muerte fue el gran culpable porque se llevó al único que podía estar a la altura de las exigencias.
Resulta un poco chocante que se insista en esa idea porque, si nos atenemos a los hechos, la Selección se levanta en las eliminatorias cuando Felipe Caicedo se reconcilia con Reinaldo Rueda, se guarda los secretos que amenazó con develarlos “algún día” y regresa a la Tricolor. Ese fue el punto de inflexión que nos llevó al Mundial, rematado al final por la irrupción de Enner Valencia, justo cuando todo parecía derrumbarse.
Los seleccionadores nunca la tienen fácil porque son solamente eso, escogedores de gente que juega en diversos lugares. De los seleccionadores no depende de cómo lleguen físicamente los jugadores, de que sean titulares en sus equipos ni que atraviesen una buena racha. Los seleccionadores no forman semana a semana a nadie, no lideran procesos como en los clubes, no trabajan con la intensidad del técnico de campeonatos.
Pero sí deben tener un plan B, variantes, alternativas, amplitud de criterio, una lista de nombres y estadísticas. Los espartanos eran casi invencibles porque el combate era básicamente una tarea de equipo. Suspirar por la estrella, evocar la individualidad o incluso la genialidad de quien ya no está es acercarse al fracaso porque se mete mucho del pasado en una tarea que necesita mucho del presente. El hoy es hoy.
El examen con Australia, en todo caso, será un buen termómetro para medir el nivel de compromiso de la Tricolor con este presente. En teoría, y dejémonos de cortesías, Ecuador debe ganar. Australia es Kylie Minogue, AC/DC y Hugh Jackman. Ecuador debe demostrar ante el rival más débil del grupo A que es superior. Lo necesita para probar su sistema de juego, sus convicciones pero sobre todo para dejar los fantasmas del pasado atrás. Urge dejar al Chucho en paz.