No bastó con romper la línea de seis defensas que propuso Ottmar Hitzfeld cuando Suiza quedó en desventaja y Chile se venía con todo bajo el ventarrón de Puerto Elizabeth.
Fue necesario eludir hasta al arquero Diego Benaglio para desatar la fiesta. Lo hizo Esteban Paredes, lo aprovechó Mark González y hoy lo festeja todo un país con el puño apretado y la cabeza llena de sueños.La ‘Roja’, dirigida por el argentino Marcelo Bielsa, derrotó 1-0 a los helvéticos y quedó cerca de avanzar a los octavos de final de la Copa del Mundo. Así de claro, así de justo.
González, nativo de Durban e inmortal de Puerto Elizabeth, fue el elegido para meter ese testazo hacia abajo que gritaron 8 000 hinchas chilenos en el estadio Nelson Mandela Bay. El estruendo nacional pudo más que las vuvuzelas, y no se exagera.
Y fue merecido, pues la ‘Roja’ fue superior incluso 11 contra 11, aunque Eren Derdiyok estuvo a centímetros de emular al austríaco Ivica Vastic (el autor del empate en Francia 1998) cuando iban 89 minutos.
Contener la respiración y exhalar fue cosa de segundos en el estadio’ Hubiese sido un castigo durísimo, aunque también una advertencia para una Selección que dilapida muchas ocasiones de gol.
Desde el primer minuto quedó demostrado que lo que se decía en lo papeles era cierto. Chile protagonista y Suiza apostando todo al contragolpe y a las pelotas detenidas. Pero claro, lo del cerrojo también era verdad, porque los dirigidos por el entrenador alemán Ottmar Hitzfeld de defender saben mucho. Quizás demasiado.
Pero nada de eso importó demasiado en la costa del océano Índico, donde el sol siguió brillando para Chile. Si lo anotó Bielsa, quien sabe que perdonar en la Copa puede costar muy caro.