Su pasión por Liga de Quito empezó desde su infancia. Cuando apenas tenía 9 años, Diego Becerra miraba por televisión los partidos del torneo nacional y después de ver jugar al cuadro albo se enamoró de sus colores.
Su pasión es tan grande que hasta en su boda pidió que las decoraciones fueran de blanco y rojo. Incluso solía ir a los partidos utilizando un bóxer que le regaló su madre, Alexandra Becerra. La prenda tenía bordadas las letras LDU y, según él, servía de cábala para que su equipo ganara los partidos.
Su afición por el equipo capitalino nació en 1998 en la final del Campeonato Nacional. Diego solicitó a su madre asistir a un partido de Liga y ella lo llevó al cotejo que definió al campeón de ese año.
La ‘U’ se impuso por goleada (7-0) al Emelec, que tenía a Iván Kaviedes en sus filas, y desde aquel día el fanático de 25 años colecciona todas las entradas de los partidos a los que asiste.
Su pasatiempo lo llevó a recopilar más de 300 tiques. Además, tiene más de una decena de camisetas oficiales de Liga.
Becerra vivía en el valle de Los Chillos y, cuando no le acompañaba algún pariente, buscaba la manera de escaparse e ir a alentar al equipo . Apoyaba a la ‘U’ desde la tribuna y escuchaba con admiración cómo los hinchas de la Muerte Blanca nunca dejaban de alentar. Cuando tenía 14 años decidió unirse a esta agrupación.
Las primeras veces salía afónico del estadio o con moretones provocados por la euforia de los asistentes después de que Liga marcaba un gol. Luego, acudía con un grupo de amigos y, como no eran conocido en la barra, utilizaban los tachos de basura del estadio para emplearlos como bombo o repisa para subirse y apoyar al equipo desde los graderíos.
Por este motivo fueron apodados ‘los del tarro’ y actualmente la agrupación está conformada por más de 20 personas, quienes acuden al estadio Casa Blanca con el nombre del grupo impreso en sus camisetas y en una bandera.
Hace algunos años, el fanático hizo una colecta con ‘los del tarro’ y compraron un bombo que, según él, les trajo mala suerte. El grupo estrenó el instrumento en la final ante la Universidad de Chile por la Copa Sudamericana, cuando los azucenas perdieron 1-0 en su cancha, en el 2011.
Después de aquel cotejo, el bombo reposa como decoración en el departamento de Diego, ubicado en el sector de El Condado. Para ‘romper la maldición’, el fanático albo quiere llevar el instrumento cuando Liga dispute otra final.
Una de las anécdotas que más recuerda fue cuando Liga jugó ante Emelec en el estadio George Capwell en el 2010. Él se encargó de liderar y guiar a más de 60 hinchas albos en un bus hacia Guayaquil.
Antes de llegar al Puerto Principal, desembarcaron en una localidad donde solo había aficionados de Emelec, quienes al ver el bus lanzaron piedras y rompieron los vidrios y rompieron algunas cabezas de los fanáticos capitalinos.
Cuando llegaron al estadio la Policía les impidió entrar, pero Diego, junto a los demás hinchas, pugnaron por ingresar casi al finalizar el cotejo. Para comprobar el hecho, este aficionado guarda la entrada de aquel partido con mucho recelo y suele mostrarla a las personas cuando cuenta la anécdota.
Otro de sus mejores recuerdos fue después de que liga obtuvo la Copa Libertadores. Becerra elaboró una bandera gigante junto a sus compañeros que decía “se ve y no se toca”, y la colgaron en las mallas de la tribuna del estadio Monumental en un partido ante Barcelona. Su propósito fue mostrar a los hinchas amarillos que Liga también tiene respaldo de aficionados guayaquileños.
Actualmente, el hincha acude a todos los partidos de la ‘U’, es superhincha desde el 2006 y su mayor anhelo es ser el presidente del club.
El rincón del hincha
- Diego Becerra nació el 8 de abril de 1988 en Quito, estudió en el Colegio Mejía y en la Universidad Central.
- Tiene 25 años y actualmente trabaja en una agencia de publicidad.
- Su mejor amigo es un gato que vive con él en su departamento, ubicado en el norte de la ciudad.