Édison Valdiviezo encontró el amor en Quito. El defensor de Barcelona, de 21 años, se enamoró de Silvia, que tiene su misma edad y estudia Comunicación Social en la Universidad Internacional. En este sitio, el cuadro canario se entrenó durante 11 meses.
Por ello, Valdiviezo lamentó tener que retornar a Guayaquil, de donde el club es originario. Barcelona llegó este año a Quito en un plan osado e inédito: adaptarse a la altitud de la capital para poder competir en igualdad de condiciones con ocho equipos de la Sierra (tomando en cuenta que Espoli jugó en Santo Domingo). En algunos encuentros tuvo resultados positivos; sin embargo, en casa perdió siete partidos y parte de su identidad, según el DT argentino Rubén Darío Insúa.
Ahora, el defensa canario tendrá que viajar a Quito en su tiempo libre para visitar a Silvia. “O ver la manera de costear los pasajes para que vaya a Guayaquil”, dijo sonriente Valdiviezo.
El equipo se entrenó por última vez la tarde del martes en la cancha de la U. Internacional. Hasta el lugar llegó para despedir a sus ídolos Gonzalo Vela hijo, de 21 años. Él estudia Marketing y siguió de cerca la práctica del club.
El joven se hizo amigo de los jugadores y del técnico. Mantuvo mayor contacto con Insúa, Máximo Banguera, Omar de Jesús, Luis Bolaños y Pablo Palacios.
“Barcelona es un ídolo del pueblo y sus jugadores lo demostraron. Son muy sencillos y carismáticos”, asegura el fanático.
Esa tarde hacía firmar su segunda camiseta, en compañía de su padre, Gonzalo Vela. En su casa posee otra con autógrafos de todo el plantel, cuando era dirigido por el DT Juan Manuel Llop.
Como él, un grupo de 10 seguidores más quería obtener el último recuerdo de Barcelona en su estadía en Quito. Los hinchas sostenían que luego será complicado volver a tener esa facilidad de tener a sus ídolos tan cerca.
Estas muestras de afecto quedaron marcadas en la mente del volante argentino Matías Oyola, quien ponderó el apoyo de los hinchas residentes en la capital.
“Vivir en Quito fue una experiencia inolvidable”. Oyola, que está en el país con su esposa Agostina Capellari, era un asiduo visitante de los centros comerciales y de los restaurantes de Quito.
Así, Barcelona se marchó de la capital. Pagó por el alquiler de la cancha de la Internacional USD 22 000 al año y 500 por el uso mensual de l gimnasio. El traslado de la utilería de Quito hacia Guayaquil costó USD 480. “Es lindo vivir aquí, pero nuestra casa es Guayaquil”, concluyó Insúa.