El sábado amaneció futbolero. No es una novedad que sea así en Argentina. Pero este del 23 de junio era realmente especial. Los sentimientos encontrados se desataban en “el mundo River”: de ser el equipo con más títulos locales (33), logró uno que jamás esperó tener en sus vitrinas: campeón del Nacional B.
Se creía que el paso del cuadro millonario por la B sería algo simple, que su ascenso se rubricaría varias fechas antes del fin del campeonato. Además, volvieron al equipo referentes de mejores momentos de River, como Alejandro ‘Chori’ Domínguez o Fernando Cavenaghi, a quienes se sumó el experimentado de ligas europeas, David Trezeguet. La realidad demostró que en Nacional B es quizá más complicado que la A.
El Nacional B se trata de un verdadero campeonato, con partidos de ida y vuelta, y de carácter nacional, con participación de instituciones como Guillermo Brown, de Puerto Madryn, en la patagónica provincia de Chubut, o Boca Unidos, en el calor subtropical de la provincia de Corrientes.
Para este partido final se enfrentaba a Almirante Brown. Fundado hace 90 años en Isidro Casanova (del distrito La Matanza, oeste del Gran Buenos Aires), es uno de esos equipos que en Argentina se le reconoce de tradición en las categorías del “ascenso”.
Quizá los nombres de los jugadores no sean para destacar mucho, pero el hincha de River Plate con memoria bien podía mirar al banco de suplentes y ver ahí de pie al técnico Blas Giunta, ídolo en Boca Juniors (había un grito que cantaba la hinchada: “Giunta-Giunta-Giunta-huevo-huevo-huevo”).
El estadio era la imagen del momento crítico de River Plate. Dependía de sí mismo para ascender, pero el nerviosismo de los jugadores en la cancha obligaba a los hinchas a colgarse de sus radios para saber qué ocurría con Instituto (también con 70 puntos), en Córdoba, ante Ferrocarril Oeste; con Rosario Central, en San Juan ante Desamparados, y Quilmes contra G. Brown, ambos cuadros con 69 puntos.
Cuando en el graderío se escuchó a los 18 y 23 minutos los dos goles de Martín Cauteruccio para Quilmes, River comenzó a enfrentar su propio destino: en ese momento ya no era el campeón y debería definir el segundo lugar del ascenso con Instituto.
La calma llegó al fin –y parcialmente- con el gol de Trezeguet a los 49 minutos. Ferro le daba una mano y comenzaba a ganar a Instituto (3-0 resultado final). El desahogo completo llegó con el gol de Trezeguet, a los 79, poco después de que fallara un penal.
Fue un escenario extraño el del Monumental. Los hinchas millonarios no dejaron de alentar, pero faltaba algo: la general Sívori, en donde se ubica la barra brava ‘Los borrachos del tablón’, lucía vacía. Fue clausurada por el asesinato de Gonzalo Saucedo, hace dos semanas, durante el partido con Boca Unidos.
A diferencia del año pasado, cuando descendió, el barrio de Belgrano no fue un escenario para las turbas enfurecidas, sino una fiesta. River, como decía un cartel, pasó “363 noches soñando este día”. Quizá no quieran lucir el trofeo de campeón del Nacional B en sus vitrinas tan ricas en historia, pero el equipo de la Banda volvió a la serie que le corresponde.
Quilmes, con su victoria 2-0 sobre Guillermo Brown, también ascendió directamente, mientras Rosario Central e Instituto jugarán la promoción con dos equipos de la A, que este domingo recién se conocerán.