¿Qué recuerdos tiene de sus 28 años como árbitro profesional a escala nacional e internacional?
De los 28 años, ocho fueron a escala nacional y 20 como árbitro FIFA. Siempre traté de sobresalir porque de por medio llevaba el nombre de mi familia y del país. Todo eso me obligaba a esforzarme cada día. El trabajo fue arduo y profundo, con compañeros como Elías Jácome y Adolfo Quirola.
¿Cómo vivía los momentos críticos de un determinado cotejo?Quienes están bajo tierra, como Abilio de Almeida (brasileño), Adolfo Reginato (chileno) y Roberto Goicochea (argentino) me enseñaron a tener calma y tranquilidad en las situaciones difíciles. Siempre fui cauto. Luego de los partidos nunca escuchaba, veía o leía comentarios de la prensa. Hay periodistas que tienen su corazoncito por un club y culpan a los réferis.
Siempre se destacó por su personalidad en la cancha. ¿Tuvo problemas con jugadores o técnicos por su carácter fuerte?Casualmente esa circunstancia de la personalidad es lo que FIFA nos enseñó para toda la vida. En la actualidad eso les hace falta a los árbitros, dedicarse un poco más a la profesión, dejar de ser timoratos. Eso se gana en la cancha y con buenos instructores.
¿Qué malos recuerdos tiene de su permanencia en el arbitraje?
He tenido mis días negros porque como ser humano también me equivoqué, aunque nunca llegué a ser agredido. El arbitraje me permitió sumar amigos en Ecuador, América y el mundo. Fortalecí mi personalidad y mis conocimientos. En la actualidad asisto a cursos, a torneos, sigo leyendo lo que me proporciona la FIFA como suscriptor, estoy al día en reglamentación.
Su opinión de la agresión a los árbitros registrada en Cañar.
He visto los videos y eso es una monstruosidad, no tiene calificativo, las sanciones debían ser drásticas. La gente debe considerar que es un partido de fútbol y nada más, que quien dirige es un ser humano. Se equivoca como un delantero que yerra opciones de gol.
¿Cuál es la actitud que debe tomar un juez ante una agresión?
Hay que ser cauto, tratar de esquivarse hasta donde pueda, pero si la situación se complica tendrá que defenderse. La gente piensa que el réferi es un trofeo de guerra. Lo sucedido en Cañar afecta al Ecuador, porque las imágenes han recorrido el mundo.
En términos populares se dice que el árbitro es el chivo expiatorio de las contrataciones equivocadas de los dirigentes o de las limitaciones de los jugadores
Exactamente, eso es lo que se dice siempre. Por culpa del árbitro se perdió el partido, pasó esto, pasó el otro. Los réferis son seres humanos y siempre se equivocan. Para un mejor desempeño hacen falta instructores capacitados, de jerarquía, que hayan vivido la presión en un campo de juego.
¿En el país quiénes deben ser los instructores de los réferis?
El maestro, mientras más viejo es, puede dar mejores pautas para corregir los errores. La FIFA sugiere que los instructores sean ex jueces internacionales, pero que hayan sido árbitros y no asistentes. Ellos no viven la adrenalina del juez central, quien toma las decisiones en el campo de juego.
¿Cuáles son las deficiencias del arbitraje ecuatoriano?
No solo en el arbitraje ecuatoriano sino de América y de otros países. He visto los partidos de Copa Libertadores y a los árbitros les falta hacer respetar la distancia, que los jugadores no se lancen al piso a cada instante. Pero eso se debe a la falta condición física. Nosotros dirigíamos a dos o tres metros de distancia de las jugadas. Ahora se inclinan a estar siempre cerca del arco.
¿Porqué dedicarse al arbitraje si se sabe que es una profesión incomprendida, de insultos?
Los insultos vienen de gente desadaptada, que llega al estadio para desfogarse de sus grandes problemas que tiene en su casa. Hay aficionados que disfrutan del espectáculo y otras que se van a amargar la vida.
La Asociación de Árbitros del Ecuador anunció que sus agremiados no pitarán en Cañar, en todas las categorías. Incluso hay una amenaza de paralización de los campeonatos nacionales si la Ecuafútbol no acepta la decisión. ¿Cuál es su criterio?
Soy respetuoso de las leyes y de las decisiones que se toman. Hay que vivir en carne propia lo experimentado por Fabián Muñoz y un sinnúmero de árbitros que han sido agredidos.
¿Una medida ejemplarizadora?
Obviamente esperamos que haya muertos para tomar decisiones. Los dirigentes están llamados a apaciguar a la gente, con madurez. Las sanciones a los dirigentes del Cañar son benévolas. Hay que tomar medidas drásticas, como se hizo en Europa con los llamados ‘hooligans’, quienes ocasionaban hasta muertos. En la actualidad, los estadios europeos no tienen mallas.
Los árbitros proponen la expulsión de por vida del dirigente que propicie una agresión hacia los réferis. También que los clubes pierdan la categoría o que se les quite de 10 a 20 puntos. ¿Esas propuestas son factibles?
La severidad tiene sus límites. Se puede pedir el código de sanciones a FIFA o del fútbol argentino. Allá, por ejemplo, hay peleas en la tribuna y se paraliza el partido y si las mismas siguen se suspende el cotejo y al día siguiente se juega sin público. Si la gente ingresa a la cancha, las sanciones son drásticas para los infractores. En el país hay que mejorar los códigos de penas.